En este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, quiero emitir algunas reflexiones para los hombres en torno a cómo tratar a sus mujeres y cómo crecer junto con ellas en amor y respeto. La mujer es, sin lugar a dudas, la esencia del ser humano.
Dios le ha dado la hermosa tarea de ser la mitad de los seres que habitan el mundo y al mismo tiempo procreadora de la otra mitad. El valor de las mujeres en estos y en todos los tiempos es verdaderamente excepcional, fundamental y decisivo. Cada hombre importante en la humanidad tiene siempre a su lado (no detrás como dicen algunos) una mujer valiosa y solidaria. Desde que Dios creó el mundo entendió que el hombre no podía vivir en soledad y por eso creó a Eva para que fuese la compañera idónea de Adán, queriendo significar con esto que todo hombre debe siempre tener a su lado una mujer como soporte y estímulo.
El hombre que no sabe valorar y amar a su mujer termina en el fracaso. Y para saber valorarla y amarla se debe partir de una comprensión clara de cómo la debe tratar, como debe actuar en la relación y como dar los pasos necesarios para que el matrimonio sea una hermosa práctica de amor y crecimiento mutuo.
Durante muchos años mi visión sobre el papel y el valor de las mujeres estaba fuera de foco. Sólo cuando asumí la visión de Jesús en torno a cómo tratar a las mujeres, y en especial a mi esposa, tomé la ruta correcta.La Biblia establece en Proverbios que el hombre debe tratar a su mujer como el “vaso más frágil”, esto es, debe amarla, mimarla, llenarla de detalles, protegerla por encima de todas las cosas y ser capaz de entregarlo todo por ella, hasta la vida si es necesario. La mujer necesita sentirse amada y protegida por el hombre.
De esa manera será ella capaz de entregarse plenamente y, sobretodo, respetar y amar al hombre que es su compañero de vida. En el matrimonio la mujer necesita protección y amor. El hombre necesita respeto y admiración.La Biblia también establece muy claro que el hombre debe ser la cabeza del matrimonio y que la mujer debe sujetarse a su marido. Pero jamás el hombre debe actuar con espíritu de dominación y mucho menos maltratar a su mujer. El debe trazar la ruta que siga el matrimonio pero siempre teniendo en consideración las ideas y los criterios de la mujer. El hombre que no toma en cuenta la visión de la mujer para conducir cualquier aspecto de su vida, termina cosechando frutos equivocados. Debe existir una buena y constante comunicación entre ambos.
Los problemas que existan en la pareja deben tratarse siempre poniendo el alma y el corazón en Dios, para que los inconvenientes se superen en amor. Ante los conflictos que se presentan en todas los matrimonios, la decisión debe ser la de resolverlos con visión y con espíritu de conciliación. El amor es una decisión y hay que entender que la mujer que nos acompaña en la vida no es una enemiga y que nuestra decisión ha sido amarla por encima de todo.Para que nuestros matrimonios funcionen correctamente es necesario entender que el valor de las mujeres es mucho más que ser nuestras esposas.
Ellas son seres humanos que Dios ha puesto a nuestro lado para ser ayudas idóneas que deben ser tratadas con amor y con protección.
Euri CabralEs Comunicador y Economista
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