Por Cholo Brenes
Podría considerarse en orden a las edades por las cuales atraviesa el ser humano. Los ancianos son los que atraviesan la cuarta edad:
Después de los 66, 67 entramos a una edad en que salen los achaques, las cobranzas de nuestros abusos juveniles y los defectos de estructura de nuestra longevidad. Europa es un continente fundamentalmente poblado por gente de tercera y cuarta edad. Los jóvenes no abundan. La tercera y la cuarta edad se perciben en cualquier calle o avenida de cualquier país de este continente.
En los últimos tiempos, en Asia, china tiene la mayor población de personas con tercera y cuarta edad. De una población de 1.354.040.000 de personas hay al menos más de 200 millones que son viejos, para un 13% de su población.
Desde los tiempos inmemorables los ancianos siempre fueron venerados, respetados y consultados por las poblaciones. Eran como oráculos para quienes recurrian a ellos.
Pero; los últimos tiempos el gobierno chino se ha visto obligado a dictar leyes obligando a la población joven a visitar por lo menos cada dos meses a sus mayores y debiéndole llevar ayuda económica y/o alimenticia a los mismos.
En países como los nuestros la revolución de las edades en las cuales el 60% tiene menos de 25 años, siendo una población eminentemente joven. Con poco apuro ha llevado a juventudes y gobiernos a ver con un deje de olvido a nuestros mayores.
De los últimos dos legendarios ideólogos políticos y mentores de nuestra dominicana fueron Balaguer Y Bosch. Ambos fueron presidentes y ambos dejaron hombres y mujeres que los siguen a pesar de su muerte. Hipólito Mejía pertenece a la cuarta edad ya, deberá apurar el paso si quiere volver a ser presidente.
El irrespeto a las canas, de la madurez, como dice el pueblo, es motivo de poca sensibilidad y seguridad en aquel que las irrespeta. Crecemos en la medida que viviendo cada minuto, cada hora de nuestras vidas aprendemos a ver con sensatez y admiración a quienes nos precedieron. En el mundo artístico nuestro aquellos que pasan de los cincuentas comienzan a ser olvidados salvo honrosas excepciones. En otros paises son admirados y respetados.
La vejez no es una enfermedad. Es una virtud, un don que nos permite conocer el antes de ayer, el ayer y el hoy con miras al mañana.
Podría considerarse en orden a las edades por las cuales atraviesa el ser humano. Los ancianos son los que atraviesan la cuarta edad:
Después de los 66, 67 entramos a una edad en que salen los achaques, las cobranzas de nuestros abusos juveniles y los defectos de estructura de nuestra longevidad. Europa es un continente fundamentalmente poblado por gente de tercera y cuarta edad. Los jóvenes no abundan. La tercera y la cuarta edad se perciben en cualquier calle o avenida de cualquier país de este continente.
En los últimos tiempos, en Asia, china tiene la mayor población de personas con tercera y cuarta edad. De una población de 1.354.040.000 de personas hay al menos más de 200 millones que son viejos, para un 13% de su población.
Desde los tiempos inmemorables los ancianos siempre fueron venerados, respetados y consultados por las poblaciones. Eran como oráculos para quienes recurrian a ellos.
Pero; los últimos tiempos el gobierno chino se ha visto obligado a dictar leyes obligando a la población joven a visitar por lo menos cada dos meses a sus mayores y debiéndole llevar ayuda económica y/o alimenticia a los mismos.
En países como los nuestros la revolución de las edades en las cuales el 60% tiene menos de 25 años, siendo una población eminentemente joven. Con poco apuro ha llevado a juventudes y gobiernos a ver con un deje de olvido a nuestros mayores.
De los últimos dos legendarios ideólogos políticos y mentores de nuestra dominicana fueron Balaguer Y Bosch. Ambos fueron presidentes y ambos dejaron hombres y mujeres que los siguen a pesar de su muerte. Hipólito Mejía pertenece a la cuarta edad ya, deberá apurar el paso si quiere volver a ser presidente.
El irrespeto a las canas, de la madurez, como dice el pueblo, es motivo de poca sensibilidad y seguridad en aquel que las irrespeta. Crecemos en la medida que viviendo cada minuto, cada hora de nuestras vidas aprendemos a ver con sensatez y admiración a quienes nos precedieron. En el mundo artístico nuestro aquellos que pasan de los cincuentas comienzan a ser olvidados salvo honrosas excepciones. En otros paises son admirados y respetados.
La vejez no es una enfermedad. Es una virtud, un don que nos permite conocer el antes de ayer, el ayer y el hoy con miras al mañana.