Autor Miguel De Jesús
Cuando voy desde la
ciudad de Santiago a Santo Domingo capital dominicana, mi cabeza
siempre gira a la derecha al pasar por las entradas del municipio de
Bonao.Ahi nació un niño cuyo sueño fue jugar Beisbol profesional.
Escondido de sus
padres participó en un festival de la voz pero solo como cosa de
muchacho, sin imaginar que una puerta se abría para la entrada de un
Gigante. Hoy su canto enciende pasiones, motiva caricias, provoca besos y
llena de dulzura el arte nacional
Paseando el universo
lleva el Merengue y la Bachata haciendo que se sientan en los corazones
extranjeros, a los que ha tatuado su calidad. Ha llorado y sufrido al
ser humillado, pero con la misma fuerza que ha caído, se levanta y así
lograr poner alas a sus anhelos.
Su crecimiento
espiritual lo llevó recientemente a levantar su voz y bajo el atardecer
de Mao previo a un espectáculo popular pedir perdón a las personas que
se han sentido ofendidas por él, aun siendo no intencional.
Su talento va dejando
caer pétalos en los grandes escenarios. Sus éxitos no le han hecho
renunciar al amor que lo ata a su lar nativo, se ha mantenido entre las
costumbres, carencias, penas y alegrías de Bonao, lugar de sus primeras
vivencias y que defiende con vehemencia hasta su última gota de sangre
si fuese necesario.
Con su arte tiene la
capacidad de llevarnos a navegar por los mares de la paz, armonizar con
las estrellas, tocar lo sublime de un sentimiento y la sutil aroma de un
amanecer entre flores.
Es que él, desde la
sombra de un Laurel pone a viajar su tonadilla con tanta intensidad que
hasta la falda de la más encumbrada montaña se levanta para hacerle
reverencia.
Del dolor ha hecho
música, de la música un espejo que refleja nuestro diario vivir
enmarcado en canciones que nos traen el susurro suave de un amor actual o
la nostalgia del calor de un cuerpo que ya no nos abriga.
Su sensibilidad lo
ha puesto de frente con personas envueltas en situaciones difíciles las
que sin pensarlo ayuda. Vive de frente a las realidades de su país y no
vacila en cambiar su canto por un discurso que clame como sermón de
adviento por la justicia y bienestar de la gente.
Sus huellas de
artista y de caminante con dignidad están ahí, como estandartes que han
de servir de ejemplos para las presentes y futuras generaciones, de un
hombre que aun sintiendo que hasta el aire le negaban siguió su ruta y
por su valentía para enfrentar las más duras pruebas hoy aseguramos que,
“Héctor Acosta, es un artista bendecido por Dios.
Autor Miguel De Jesús
Locutor y Abogado Dominicano