Los niños ríen alrededor de 200 veces al día, los adultos sólo entre 15 y 20, y no por incapacidad, sino por falta de ocasiones propicias, y sobre todo por exceso de problemas.
Pero no cabe duda de que la cuota debería aumentar, pues con cada risa se activan más de 400 músculos, se aumenta la capacidad pulmonar, se oxigenan los tejidos, baja la presión sanguínea, se alivia el estreñimiento, se libera adrenalina, se levanta la autoestima y se reducen el estrés y el miedo. Por eso no es conveniente escatimar una sola risa, y mucho menos si son carcajadas.
Además, no se necesita mucho: basta ser testigo de situaciones que diluyan las máscaras sociales, que pongan en ridículo a alguien, o inclusive a uno mismo, como ocurre en algunos chistes, ya sean de corte feminista o machista, de borrachos, de sexo; de lo que sea es bueno, porque lo medular en un chiste es que haya una abrupta ruptura de una situación lógica mediante el efecto sorpresa.
Esa ha sido la tarea del médico dominicano de la risa como preferimos llamar a Pipe García, un joven talento dominicano que emerge de los barrios del primer Santiago de América y rompe los esquemas desde la televisión de su país, emergiendo como humorista en el canal 7 y en Teleuniverso canal 29 con la famosa comedia Margaro y Vizcaino que alternó con Nicolas Diaz.
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