Para Pablo Milanés (Bayamo, 1943), el
momento de sentarse a escoger el repertorio de sus conciertos es
especialmente "doloroso".
Sostiene Milanés que "uno no tiene la menor idea" de
qué es lo que hace que una canción llegue a trascender los límites del
repertorio habitual para convertirse en un éxito o en el
acompañamiento emocional de varias generaciones.
"Y cuando pienso en
ello, me viene a la cabeza una vez que estaba haciendo un disco y me
faltaba una canción. Tenía ya nueve, pero el álbum había de llevar 10.
Así que me senté y me puse a hacer un tema de relleno. Al final, aquella
canción se convirtió en un tremendo éxito. Era Yo no te pido. Por eso siempre pienso que no se puede calcular ese momento".
En su caso, la fórmula para conseguir canciones como Yolanda pasa
por "un equilibrio entre creatividad e inspiración" y, sobre todo, en
un momento mágico como es la comunicación con el público. "No hay mayor
forma de expresión que poner el resultado de tu trabajo ante otras
personas. Ese espacio que se da entre tu obra y la emoción del público. Ese momento es algo incalculable y por él doy la vida", explica.
Ha pasado más de medio siglo desde que él, Silvio Rodríguez
y Noel Nicola irrumpieron desde la Cuba revolucionaria como uno de los
fenómenos con más fuerza del panorama musical latinoamericano. Pero a
pesar de todo lo que ha pasado desde entonces, Milanés sigue conservando
el espíritu que puso nombre a aquel movimiento. "La canción se hizo
como un reflejo de la sociedad, de la actualidad que está viviendo un
pueblo. Era un sistema de información en el medievo y los
trovadores eran unos voceros que iban dando cuenta de lo que pasaba en
aquella época", explica. "Pero es además un medio de
información para adquirir sensibilidad. Puede proporcionar sosiego
espiritual y aportar muchas cosas más".
Por eso, le molesta especialmente cuando "la grosería, el mal ritmo y la mala música agota el verdadero destino de la canción", porque es "una forma de desvirtuarla". ¿Habla de cosas como Despacito?"Por
ejemplo. O del reguetón. Que la música se haya convertido en un negocio
parece que es algo que no tiene marcha atrás. Y no nos damos cuenta de
que ese negocio hace que se impongan cosas que no tienen por qué ser
necesariamente buenas".
El cantautor tampoco guarda
muchas esperanzas con respecto al destino de su país. Portavoz de la
cultura oficial del castrismo en sus primeros años, poco a poco fue
adoptando una posición cada vez más crítica respecto al régimen cubano,
hasta el punto de provocar el enfado del propio Silvio Rodríguez. Pero
ni la muerte de Fidel ni la reanudación de las relaciones entre Cuba y EEUU alterarán, según él, la situación en la que viven sus compatriotas.
"En Cuba es muy difícil que se altere cualquier cosa. El pueblo cubano
es un pueblo adormecido por un sistema estancado, que es incapaz de
aportar nada nuevo". Y eso es algo que no tiene nada que ver
con la enorme riqueza cultural de la tierra. "Es un pueblo muy
talentoso. Pero todo el talento que se puede ver en los músicos cubanos
está al margen de la política. Y las cosas que suceden no influyen en
nada", lamenta. "Fíjate, por ejemplo, en una persona que nació en 1959,
que tiene ya 57 años y que no ha conocido otra realidad más que ésa".
A
eso, dice, hay que sumar el contexto internacional. "El país está entre
dos aguas. De un lado, el Gobierno de Cuba y, del otro, Donald Trump. Al final, la víctima es el propio país, que no es capaz de definir su propio futuro".