Si la oposición fuera capaz de articular un
proyecto presidencial unitario y confiable, pocos dudan que sería una
alternativa en las elecciones de 2020, pero esa posibilidad luce remota
por los intereses que la dispersan y porque en cualquier escenario esos
grupos son irreconciliables a partir de sus diferencias, sus egos, sus
humores, sus caprichos
¿Alguien imagina a Hipólito Mejía como candidato presidencial
flanqueado en una tarima por Guillermo Moreno y Narciso Isa Conde, y
detrás de ellos los hermanos Vincho’s, y en la primera fila Minou
Tavárez, Fidelio, Fidel Santana, Pancho Álvarez y los muchachos del
Movimiento Verde?
¿Imagina alguien una candidatura de Luis Abinader aliado a Marcha
Verde exhibiendo en las caravanas y mítines de campaña pancartas
groseras con Hipólito disfrazado de preso con mameluco a rayas negras y
blancas en una cárcel simulada junto a Danilo, Leonel, Miguel y el resto
del liderazgo nacional, como lo han hecho tantas veces?
¿Ha pensado alguien que Quique Antún sea candidato presidencial del
reformismo fragmentado en tres pedazos y disputándose la franquicia en
pleito eterno ante el Tribunal Superior Electoral y el Constitucional?
¿O un pedazo aliado con los verdes, otro con el PLD y el otro reclamando
independencia?
¿Puede la izquierda moderada articular un proyecto presidencial que
concite el interés nacional con los mismos rostros que han figurado en
la candidatura presidencial sin poder pasar del uno por ciento del
sufragio nacional? ¿Y la izquierda radical, con más de seis décadas de
presencia en el partidismo tradicional y cada vez más reducida, más
chiquita y más insignificante?
… No tienen alternativa
La puritita verdad --como dicen los mexicanos--, es que la oposición no tiene alternativa electoral por el carácter díscolo de sus dirigentes. Y su principal formación, el PRM, decrece en la aceptación pública por los continuos errores de una dirigencia desenfocada de la realidad que busca cobijo en un movimiento social que tiene a su principal dirigente en el foco de mira.
La puritita verdad --como dicen los mexicanos--, es que la oposición no tiene alternativa electoral por el carácter díscolo de sus dirigentes. Y su principal formación, el PRM, decrece en la aceptación pública por los continuos errores de una dirigencia desenfocada de la realidad que busca cobijo en un movimiento social que tiene a su principal dirigente en el foco de mira.
A medida que el tiempo corre y se aproximan las definiciones, los
grupos opositores lucen más dispersos y las formaciones tradicionales
incurren en el error de guarecerse en el populismo transitorio del
Movimiento Verde que aglutina a los “indignados” matando el ocio en
marchas y caminatas que se disuelven dos horas después sin ningún
propósito.
Abinader, por ejemplo, entiende que su facción en el PRM pudiera
beneficiarse de esos grupos en la contienda interna de su partido para
vencer a Hipólito que le disputa la candidatura presidencial. Pero se
trata de un arma de doble filo: de lograrlo, sería sobre los escombros
de Mejía, la figura emblemática del PRM, lo que dividiría el partido; si
no gana la convención, estaría compelido a ser el abanderado de la
Marcha Verde a través de una de las franquicias partidarias que le
apoyanÖ
Ö Y esa aventura no tendría ninguna posibilidad de éxito ante un
frente aliado encabezado por el PLD e integrado por el PRD, una facción
reformista y el resto de los partidos del Bloque Progresista.
¿Y en el PLD… qué pasa?
El PLD está abocado a unificarse alrededor de cualquier candidato: Danilo, Leonel, Reinaldo, Francisco JavierÖ La radicalización de los grupos que le adversan obliga a ese partido no sólo a llegar unido para no dejarse desplazar por quienes amenazan con mandar a sus dirigentes a la cárcel, sino que deberá granjearse apoyos extrapartidarios y emplearse a fondo para conservar el poder. La razón elemental de la subsistencia coloca al PLD en la disyuntiva de hacer todo el esfuerzo para derrotar a sus oponentes haciendo el mejor uso de la fabulosa maquinaria electoral que ha exhibido en los últimos torneos..
El PLD está abocado a unificarse alrededor de cualquier candidato: Danilo, Leonel, Reinaldo, Francisco JavierÖ La radicalización de los grupos que le adversan obliga a ese partido no sólo a llegar unido para no dejarse desplazar por quienes amenazan con mandar a sus dirigentes a la cárcel, sino que deberá granjearse apoyos extrapartidarios y emplearse a fondo para conservar el poder. La razón elemental de la subsistencia coloca al PLD en la disyuntiva de hacer todo el esfuerzo para derrotar a sus oponentes haciendo el mejor uso de la fabulosa maquinaria electoral que ha exhibido en los últimos torneos..
... Y de eso saben Danilo y Leonel.