La Casa Blanca ya ha decidido la forma en la que hará a
México pague la construcción del muro que quiere levantar en la frontera
que les separa, con un impuesto del 20% a sus importaciones que, a la
postre, liquida el espíritu del Tratado Atlántico de Libre Comercio (la
Nafta, en sus siglas en inglés).
La medida se hizo pública en una
jornada de infarto, que comenzó con Donald Trump amenazando al presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, con cancelar la reunión y con este último anunciando después que la suspendía.
Horas
después, con la crisis diplomática ya abierta en canal, el portavoz de
la Casa Blanca dijo a los corresponsales políticos que Trump ya tenía
claro cómo torcer el brazo de los mexicanos en el pago de una obra que,
ya en sí misma, es una afrenta para el país de Peña Nieto.
"Si
gravas con un 20% esos 50.000 millones de importaciones, que por cierto
es lo que hacen 160 países", dijo Sean Spicer, "logras 10.000 millones
al año y pagas fácilemente el muro con ese mecanismo, eso es lo que va a
proveer los fondos de veras". Aunque no proporcionó detalles del
gravamen, señaló que este se englobaría en la prometida y amplia reforma
fiscal de la nueva Administración estadounidense.
Al margen del incendio diplomático que la construcción de esa frontera
física provoca de por sí, el coste de la obra también ha sido un objeto
de batalla desde que Donald Trump comenzó su carrera electoral hacia la
Casa Blanca. No solo dijo que quería esa valla, sino que además prometió
hasta la saciedad que serán los mexicanos los que lo pagarían, si no de
forma, directa, indirecta. Y este jueves, al día siguiente de firmar la
orden ejecutiva para empezar a construir el muro, se supo cómo lo
lograría, con el impuesto fronterizo.