El 28 de noviembre de 2014, a la edad de 85 años, dejó de existir Roberto Gómez Bolaños, "Chespirito".
Ese mismo día nació el mito de un hombre que endulzó la infancia de varias generaciones en toda América.
A las dos de la tarde de esa calurosa siesta de Cancún le ofreció su último suspiro a Florinda, que se encontraba a su lado cuidándolo como lo hacía en los últimos tres años.
En ese preciso instante en el que se inició el duelo, comenzaron los problemas financieros de su viuda.
Se habla de una herencia de $15 millones, cifra no confirmada
oficialmente ni por Florinda ni por los hijos que Bolaños tuvo con su
primera mujer, a quien Meza siempre respetó. Varias serían las razones
de la debacle.
Los contratos con Televisa tendrían carácter leonino, con lo cual la
actriz no se vería beneficiada con las repeticiones de los programas en
todo el continente.
Por otra parte, las regalías por el merchandising, generado con los
diversos personajes creados por el autor, irían a engrosar, tal como lo
estipularía el testamento, las cuentas bancarias de los hijos de
Chespirito y no los de su viuda.
Hoy, la actriz vive recluida en su propiedad de la Ciudad de
México mientras espera un posible comprador para la mansión de Cancún de
la que ya no puede hacerse cargo. Esta casa tiene un costo mensual que
excede cuatro veces a la vivienda permanente de Meza en la ciudad.
La
fastuosa residencia cuenta con piscina, parque y dependencias para el
personal de servicio tan lujosas como lo son las de sus propietarios, lo
cual habla de la generosidad de la pareja ante sus asistentes. Cada
detalle de la propiedad de estilo ecléctico ha sido pensado por Florinda
Meza. Los recuerdos agobian a la actriz que se resiste a pasar largas
temporadas aquí como lo hacía con su marido en vida.
"Cuando teníamos uno o dos días libres, en plena época de
grabaciones, nos escapábamos con Roberto a nuestro refugio", confesó
alguna vez. Esa guarida hoy está intacta, impecable, detenida en el
tiempo. Y sin la vida que sus dueños le daban cada vez que llegaban para
convertirla en el paraíso soñado por ambos.
Florinda transcurre algunos días en esta mansión que ya le queda
grande. Ni los hijos ni los nietos de Bolaños, a quienes considera como
propios, llegan con la asiduidad de antaño. Demasiados metros para una
mujer sola que convive con recuerdos y algunos perros de compañía.
La ficción se hizo realidad
La pobreza coyuntural que merodeaba la vecindad del Chavo se hizo realidad en sus protagonistas.
Hoy, Carlos Villagrán se gana la vida en los circos con un personaje
al que le cambió el nombre, pero viste y se comporta como Quico. María
Antonieta de las Nieves (Chilindrina) vive con lo justo ante los gastos
siderales en tratamientos médicos para su marido.
Rubén Aguirre (el Profesor Jirafales) falleció en un sobrio
departamento de Puerto Vallarta sobreviviendo con una pensión
jubilatoria y desplazándose en una silla de ruedas.
Edgar Vivar (Señor Barriga) vivía de los doblajes cuando su físico se
lo permitía. Su by pass gástrico le hizo bajar 220 libras, pero su
salud se vio afectada. Ramón Valdés (Don Ramón) falleció joven.
Angelines Fernández murió a los 71 años víctima de un cáncer de pulmón
El programa se dejó de grabar hace más de 20 años. Y con su final,
apareció la debacle de todo su elenco casi como un maleficio
predestinado para un ciclo que según la revista Forbes le hizo facturar a
Televisa alrededor de 1,700 millones de dólares, cifra que los hijos de
Bolaños desmienten.
"La verdadera gran fortuna es para la televisora para la que siempre
trabajamos", dijo Florinda Meza hace algunos días en el set del
programa Primer Plano de la televisión chilena.
Sola
"Él era mi mentor, mi amigo, mi compañero, mi hijo. era todo", dijo a las cámaras de Primer Plano.
Es la segunda vez en un año que visita el set de este exitoso ciclo
que se emite desde Santiago de Chile y que no ahorra en recursos de
producción para alargarla como a una gran estrella. Lo es. Sin embargo,
las luces de la fama no siempre aparejan igual rédito económico.
Sin Roberto Gómez Bolaños, Florinda intenta aferrarse a la religión y a soñar con nuevos proyectos.
La vida en soledad no le resulta nada fácil. Y la crisis económica
que atraviesa profundiza el dolor del duelo. Todo un continente la
recuerda con admiración y cariño. No es poco capital para poder
recomponer su economía y su vida artística. Aunque tanto ella como su
público saben que sin Chespirito, nada será igual.