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martes, 31 de mayo de 2011

¿ NOS COMPARAN NUESTROS HIJOS ?


Hace unas semanas escribí sobre cómo nos pasamos la vida comparando a nuestros hijos con los hijos de los demás. Queremos que sean los mejores y así debe ser. Pero pasarles a ellos la idea de que tienen que serlo, puede ser frustrante.


El problema es que cuando los comparamos tomamos ejemplos de varios niños o adultos cuando eran niños. Si queremos un buen jugador de golf como hijo, le decimos lo que hacía Tiger Woods cuando era un niño. Si tiene una buena nota le preguntamos por el resultado de los demás, o le contamos cómo éramos nosotros. Y así con cada área de sus vidas. Queremos que ese niño tenga lo mejor de todo lo que podemos unir en nuestra cabeza. O sea, un humano más que perfecto.

¿Y ellos? ¿Qué quieren de nosotros? Si tenemos el derecho a pedir “nuestro” niño perfecto: ¿Tienen derecho ellos a solicitar “su” padre perfecto? Pongo algunas palabras entre comillas porque lo que es perfecto para uno no lo es para otros.

Es difícil ser el padre que siempre está en los juegos de fútbol y las presentaciones del ballet, pero a su vez es dueño de una gran empresa y tiene casas y vehículos de lujo. Es difícil jugar golf profesionalmente y estar en casa todos los días.

Todo requiere un equilibrio. Los que pueden pasar más tiempo con sus hijos por lo regular no pueden darle viajes y tener grandes lujos. Pero los hijos quizá sólo vean lo que no tienen. Aunque los hijos de los otros que quizá tienen el lujo quisieran un padre que los vaya a ver a la presentación del día de las madres en el colegio.

¿Somos igual con nuestros hijos? Digo; ¿estamos exigiendo sólo por lo que no tienen? ¿Podemos pulir más sus fortalezas?

Vuelvo a nosotros. Los niños serán siempre menos conscientes que los adultos (bueno, debería ser así), entonces está en nosotros no exigirles que nos quieran como somos, sino hacerlos entender que la vida tiene cosas buenas y otras que no son tan buenas. Podemos hacer nuestros deberes y hacerlos conscientes de las cosas que tienen para que no se pasen la vida sólo queriendo lo que no poseen sin aprovechar lo que ya lograron.

Podemos revisarnos y dar más de lo que ellos quieren, pero estando conscientes de que no lo podemos dar todo. Más tiempo en casa puede significar menos ingresos. Me pregunto: ¿Lo material es lo más importante? Si es así será difícil encontrar la felicidad, siempre hay más material que lo que cualquier humano pueda comprar. Creo que lo emocional es lo primordial en la crianza.

Encontrar el equilibrio es lo más importante. La familia y la carrera están en nuestras vidas. Los momentos con los hijos son restringidos y se marchan más rápido de lo que pensamos. A los dos años requieren una cosa y a los catorce otra. Cada etapa hay que vivirla a su tiempo. Si basamos la felicidad de nuestros hijos en darles lo material y que aprendan a compararse con lo que otros tienen o pueden hacer, entonces el techo será el cielo. Sí, sé que para muchos eso es ser feliz... Cada uno decide cómo lo quiere.

Si comparamos a nuestros hijos con otros niños, tenemos que aceptar ser comparados con otros adultos. Le aseguro que es más difícil ser el padre perfecto que aceptar al hijo que no será perfecto.

Hasta la próxima entrega.

FRASE DE LA SEMANA

“Ser el padre “perfecto” requiere tiempo y dinero; ser el mejor padre requiere de tiempo y emociones.”

Diego A. Sosa