Es prematuro analizar cada caso en particular de
la sentencia emitida en la tarde de ayer por el juez Francisco Ortega,
que valga decir dio ejemplo de autoridad y dominio jurídico y de manejo
procedimental a lo largo de un juicio preliminar que dará mucho de qué
hablar en los próximos días.
Los casos más resonantes son los de Ángel
Rondón --que recibió la mayor coerción, un año en La Victoria--, y la de
Temístocles Montás y Andrés Bautista --que irán por seis meses a
Najayo--, debido a su connotación política como dirigentes del más alto
nivel del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y Revolucionario
Moderno (PRM). Los tres legisladores implicados --los senadores Tommy
Galán y Julio César Valentín y el diputado Alfredo Pacheco--, si bien
salen bastante bien librados, la coerción en su contra constituye un
baldón en su carrera política, y deberán esforzarse en lo adelante para
salir indemne en el juicio de fondo.
En los casos de Radhamés Segura y
Roberto Rodríguez es evidente que primó la condición de salud de ambos
para recibir prisión domiciliaria, una decisión que enaltece la
condición humana del magistrado Ortega. La situación real es que ninguno
de los 14 acusados --hay uno huido, Castellanos, contra quien se
desglosó el expediente--, fue exculpado de la acusación de la
Procuraduría General de la República. Todos fueron enviados a juicio de
fondo, aunque el caso se mantiene en instancia única en la Suprema.
... La tremenda corte
La idea no es caricaturizar el juicio preliminar de Odebrecht --menos aún parodiar el memorable cuadro de comedias del cubano Tres Patines, lo que habría resultado imposible de lograr--, pero lo que presentó la televisión desde la Suprema Corte dejó en muchos la impresión de que se trató de un espectáculo libreteado donde se juntaron mansos con cimarrones. Tal vez salvando la sobriedad del juez Francisco Ortega y el control que tuvo en la sala, la parte más luminosa estuvo en la sentencia porque no dejó a nadie contento excepto a quienes recibieron “coerción benigna” que los retorna a sus casas. La carga acusatoria del Ministerio Público, sin embargo, se basó en suposiciones, conjeturas y valoraciones sin mayor fundamento. Fue fatal para la parte civil su admisión de que en la acusación contra Roberto Rodríguez se incurrió “en un error mecanográfico” al cuantificar en 100 millones de pesos unos depósitos bancarios en su cuenta personal en sólo dos días, cuando en realidad se trató de una suma cien veces menor. Fue obvio que el juez Ortega tomó nota de ese error, pues de inmediato ordenó que la secretaria del tribunal lo hiciera constar en acta. Después de eso, ¿quién podía pensar que Rodríguez sería retornado a prisión con sentencia de coerción, similar a la de algunos de sus compañeros que no tuvieron tanta suerte con las “equivocaciones” del Ministerio Público?
La idea no es caricaturizar el juicio preliminar de Odebrecht --menos aún parodiar el memorable cuadro de comedias del cubano Tres Patines, lo que habría resultado imposible de lograr--, pero lo que presentó la televisión desde la Suprema Corte dejó en muchos la impresión de que se trató de un espectáculo libreteado donde se juntaron mansos con cimarrones. Tal vez salvando la sobriedad del juez Francisco Ortega y el control que tuvo en la sala, la parte más luminosa estuvo en la sentencia porque no dejó a nadie contento excepto a quienes recibieron “coerción benigna” que los retorna a sus casas. La carga acusatoria del Ministerio Público, sin embargo, se basó en suposiciones, conjeturas y valoraciones sin mayor fundamento. Fue fatal para la parte civil su admisión de que en la acusación contra Roberto Rodríguez se incurrió “en un error mecanográfico” al cuantificar en 100 millones de pesos unos depósitos bancarios en su cuenta personal en sólo dos días, cuando en realidad se trató de una suma cien veces menor. Fue obvio que el juez Ortega tomó nota de ese error, pues de inmediato ordenó que la secretaria del tribunal lo hiciera constar en acta. Después de eso, ¿quién podía pensar que Rodríguez sería retornado a prisión con sentencia de coerción, similar a la de algunos de sus compañeros que no tuvieron tanta suerte con las “equivocaciones” del Ministerio Público?
... Contra Ángel Rondón
Se evidenció que existía saña contra Ángel Rondón, tal vez porque desde un principio admitió que recibió los 92 millones de dólares que Odebrecht dijo pagó en sobornos para agenciarse los contratos de construcción de varias obras. Incurrió en un exceso de confianza. Resultó vano el esfuerzo de la barra de su defensa, encabezada por el jurista Juan Antonio -Tony- Delgado, para atacar la acusación de la PGR. Al final ocurrió lo que se preveía: sobre él y Víctor Díaz Rúa recayó la mayor condena, aunque el juez no acogió la solicitud para que se les dictará una coerción de 18 meses de cárcel... Pero el destino que se le dio a Rondón para que cumpla esa pena fue desproporcionado. ¿Por qué en La Victoria y no en Najayo? Es obvio que se trata de un castigo adicional.
Se evidenció que existía saña contra Ángel Rondón, tal vez porque desde un principio admitió que recibió los 92 millones de dólares que Odebrecht dijo pagó en sobornos para agenciarse los contratos de construcción de varias obras. Incurrió en un exceso de confianza. Resultó vano el esfuerzo de la barra de su defensa, encabezada por el jurista Juan Antonio -Tony- Delgado, para atacar la acusación de la PGR. Al final ocurrió lo que se preveía: sobre él y Víctor Díaz Rúa recayó la mayor condena, aunque el juez no acogió la solicitud para que se les dictará una coerción de 18 meses de cárcel... Pero el destino que se le dio a Rondón para que cumpla esa pena fue desproporcionado. ¿Por qué en La Victoria y no en Najayo? Es obvio que se trata de un castigo adicional.