Nueva York (SL) -Los reconocimientos y proclamas están en la
hora del día en la capital del mundo, pareciera como si todo quien
necesite buscarse unos pesitos de inmediato se inventa una premiación,
un reconocimiento, un desfile, en fin cualquier cosa que envuelva
artistas y patrocinios.
La realidad es que a todos nos gusta ser reconocidos, pero
hablan de unos personajes y unas trayectorias en muchos casos
insostenibles o de artistas cuyo único logro es venir varias veces al
año a engordar sus cuentas bancarias, sin importarle el presente ni
futuro de una comunidad con tantos problemas como la que vive en el
país, nunca lo vemos colaborando con ninguna institución de ayuda
social, ni aportando su talento en bien de los más necesitados,
demostrando que su mayor interés el dinero y por eso tenemos que
premiarlo.
Los premios comienzan desde simples pergaminos que con facilidad
se adquieren en cualquier tienda de descuento, hasta llegar a proclamas
oficiales obtenidos bajo el consentimiento y firma de oficiales
electos, quienes nos llevan a pensar que en algunos de los casos no
saben de quien se trata, ni que ha hecho el beneficiario para merecerla,
pero al igual que en nuestro país para el dominicano en cualquier parte
del mundo todo es posible.
Hemos visto hasta presuntuosos titulares donde especifican que
fulano de tal será reconocido por el “Congreso de los Estados Unidos”
dando la mala impresión de total desconocimiento del proceso legal y de
depuración que interviene en algo de tan gran magnitud, en una nación
donde la constitución no es un pedazo de papel como la nuestra.
Atreves de las redes sociales circular montones de flayers
fraudulentos, amañados, ventajosos, mostrando las caras de populares
artistas que desconocen por completo que vivamente se les ha tomado en
cuenta para ser premiado o ser parte de un evento pro-fondo de quien lo
organiza, sin importar la presencia del artista, pues con su rostro en
la promoción se logró vender el evento.
Debemos tomar conciencia, estamos convirtiendo los
reconocimientos y las premiaciones en eventos desechables, sin
credibilidad, obligando a nuestros artistas a tomar distancia cuando se
le hable de premios y el rechazo total de empresas que están conscientes
de lo que ocurre.
Reconocemos que no son todos los que están, ni están todos los
que son, pero una o varias manzanas corrompidas salpican con el
descrédito a las pocas sanas premiaciones en la canasta y en definitiva
cada organizador sabe si le ajusta este sombrero. Más que una crítica es
un llamado a no seguir abusando de la necesidad de los nuevos talentos,
de la buena fe del empresariado, ni de la inteligencia de los medios. Por Agustín de la Cruz (Sugar).