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lunes, 24 de agosto de 2015

Conciertos de Ricardo Arjona frente a la temeridad en el ejercicio del derecho



Por Miguel Melenciano

“Hay un punto pasado el cual, hasta la justicia se vuelve injusta”. Sófocles.
 
La razón siempre es una, y alguien la tiene.    Para determinar quién posee la razón, o quien es depositario de un derecho, las leyes han dotado de poder de decisión o autoridad, a los tribunales judiciales y los jueces que los componen.  Estos  están envestidos de todo poder para brindar orden e impartir justicia, siempre apegado a la ley primaria, como la Constitución de la nación y a la secundaria; el derecho público y el derecho privado, así como las leyes que derivan de estas, que en su conjunto componen el ordenamiento jurídico del estado.

Como es de conocimiento común, toda persona tiene el derecho de acceder a la justicia, es un derecho fundamental e inherente a las personas, consagrado en el artículo 8 de la Constitución dominicana, y  el artículo 25 de la Convención Americana de Derechos Humanos, sin embargo, el jurista francés, Louis Josserand (1868-1941), considera  que “los derechos no pueden ser puestos al servicio de la malicia, de la voluntad de dañar al prójimo, de la mala fe”.

Del criterio de Josserand se desprende que en el reclamo del derecho, que invocamos nos pertenece, no podemos ser temerario, ni mucho menos actuar de mala fe, ya que todo acto u omisión que, por la intención del litigante temerario, por su objeto o por la circunstancias en que se realice, sobrepase manifiestamente los límites normales del ejercicio de un derecho, con daños para terceras personas, le conllevara una condenación en daños y perjuicios.

Este prefacio sirve como marco de referencia, para proporcionar nombre y apellido, a las actuaciones “jurídicas” que lleva a cabo el joven abogado Arturo Figuereo, representante del empresario estadounidense Dominick de Martino,  quien mantiene un litigio judicial con el empresario Félix Cabrera, cuyos expedientes reposan en los tribunales dominicanos, ya que existen, demandas y contra demandas, entre ambos empresarios.

Al parecer, la juventud o  desesperación de este abogado, por obtener ganancia de causa antes la opinión pública, de un caso que se encuentra en los tribunales, lo ha hecho cometer errores garrafales, y caer en el ejercicio irresponsable del derecho temerario, con la advertencia en los medios de comunicación, que embargaría en manos de Cesar Suarez Jr., fondos generados por un concierto de Ricardo Arjona, el cual, él supone, Félix Cabrera tiene algún tipo de vínculo.

Estas amenazas y pronunciamientos públicos, le podría generar, una demanda personal por daños y perjuicios, y el sometimiento  formal al comité de ética del Colegio de Abogados, de parte del propietario de los conciertos que lleva a cabo Ricardo Arjona en RD, Cesar Suarez, Jr., ya que los mismos, crearon incertidumbre a los patrocinadores, al público que compro sus boletas de entrada, y, a los que dejaron de adquirirla, pensando que los conciertos, por estas amenazas públicas, no se llevarían a cabo. 

Pero ¿en que estaba pensando este joven?.  ¿Que el derecho se ejerce de manera alocada, tirando piedra a los cuatros vientos, para ver a quien le pega?.   En este caso,  sus actuaciones le ha proporcionado un daño que tendrá que ser reparado en los tribunales a una tercera persona, que no tiene nada que ver, con la demanda principal, entre Félix Cabrera y Dominick de Martino, puesto que este acto,  no muy ético, con el cual pretendía conseguir beneficios para su cliente,  desplegando faltas éticas y morales, es sancionada por nuestro derecho.


Este actuar sin cautela, sin criterio ni sentido común en el ejercicio de la profesión del joven leguleyo de marra, deduciendo pretensiones sin fundamentos, en la que no puede ignorar la mínima pauta de razonabilidad e imprudencia, frente a la conciencia de la propia sinrazón, lo convierte en un abogado temerario, que creíamos se habían extinguidos en la República Dominicana.