Seguramente usted habrá escuchado que el FBI está investigando la
forma en que Hillary Clinton manejó la información secreta en su correo
electrónico privado cuando era secretaria de Estado. Y seguramente sabe
que nadie considera que tenga las mismas habilidades políticas que su
esposo, Bill Clinton, o el magnetismo de su antiguo jefe, Barack Obama.
Lo
que es posible que usted no racionalice, y lo que uniformemente se ha
pasado por alto en los últimos tiempos en medio del escándalo de los
correos electrónicos, la atención a Donald Trump y los comentarios sobre
las grandes concentraciones a favor de su principal rival en las
primarias demócratas, Bernie Sanders, es que la cautelosa candidata, a
quien con frecuencia se describe como una persona fría y alejada, se
relacione muy bien con los electores.
“Me hizo llorar. Yo soy una
persona dura, pero hoy me tocó el corazón”, dijo la empresaria Denise
Andrews después de asistir a una reunión pública en Exeter, New
Hampshire.
La cobertura noticiosa de la presentación de Clinton
en Exeter se centró en su reacción a un Trump “ofensivo e indignante”,
en vez de su interacción con la madre de una niña de 5 años enferma de
cáncer, o el joven ahogado por el peso de los préstamos para estudios
universitarios e incapaz de encontrar empleo. (“Eres un joven de buen
ver. Deberías estar en el mundo desarrollándote”, le dijo Clinton, y
sonaba más como una abuela que una candidata política).
“Ella
tiene mucha compasión, y se nota”, dijo Sarah Harris, maestra de escuela
intermedia y madre de la niña enferma, que está empeñada en derrotar un
cáncer avanzado del hígado. “Es una persona, es una abuela, es la madre
de alguien”.
Tras escucharla en un reunión pública en Claremont,
Matt Torney, de 27 años y maestro, se preguntó en alta voz de dónde
salió la imagen fría de Hillary Clinton.
“Esa reputación comenzó
en algún punto, pero claramente no viene de personas que han estado
junto a ella”, dijo. “Sabe mucho de muchas cosas y hace buenas
relaciones con la gente. Mientras más avance la campaña, creo que más
personas la podrán ver y dejar atrás ese ruido”.
Que electores en una evento de campaña partidista digan sólo buenas cosas sobre el candidato no sorprende a nadie.
Pero
lo que llama la atención es que tantas personas que vean a Clinton en
persona digan que anteriormente tenían una impresión generalmente
negativa de ella. Hillary Clinton, de 67 años, lleva más de dos decenios
en el escenario nacional e internacional, pero incontables electores no
la conocen y la imagen que tienen de ella es caricatura calculadora.
Este
fenómeno no es completamente nuevo para la ex senadora por Nueva York.
En el 2008, cuando desafió las encuestas y a los expertos al ganar la
primaria de New Hampshire contra Obama, muchos observadores lo achacaron
al menos en parte al hecho que se le aguaron los ojos y dio a los
electores un vistazo poco común a su lado humano.
Después de una
sesión de preguntas y respuestas con Clinton en un centro turístico de
esquiar en Manchester la semana pasada, una impresionada Debbie
Meinbresse confesó que incluso había esperado que Clinton pareciera
diferente en persona.
“Habla con mucha suavidad y parece llena de
energía”, dijo Meinbresse, quien trabaja en el Instituto Tecnológico de
Masachusetts. “Muchas veces la presentan de una forma muy poco
atractiva, le toman una foto que la hace parecer muy fría”.