Es mejor todo para uno y no uno para todos…

Honestamente no nos gusta hablar de política, siempre pensamos que las neuronas son la esencia del ser humano y no deben desperdiciarse ya que se entiende que los políticos (la mayoría) son los fabricantes de nuestra miseria por antonomasia. En contra quienes primero se alza el dedo acusador de la sociedad, quizás por ser los más visibles de todos nuestros ciudadanos.

Hemos llegado al extremo que los políticos tienen que jurar que son otra cosa si desean aspirar a algún cargo público, tienen que disfrazarse. Y es que hoy en día aparte de causar nuestra miseria económica, están detrás de la miseria espiritual y la tranquilidad de los demás ciudadanos, en nuestro país vivimos una realidad triste quizás no muy lejana a la que otros ya han atravesado (Colombia, México, entre otros), el narcotráfico se apodera de todos los ambientes (política, arte, música) y es que ya no encuentran donde escabullirse aquellas aves de rapiña.

El gran problema es que pagamos justos por pecadores y a nuestro alrededor se ven afectados los más inocentes, ¿Por qué esta etapa de intenso desprestigio?, Sin duda, porque casi todas las sociedades piensan que los políticos les han fallado. No es fácil romper con este círculo vicioso. Ver como los hechos sangrientos más horrorosos de nuestros países son encubiertos por el manto del poder político, más en personas como yo que quizás crecimos dentro de un marco de ingenuidad que nos rige el respeto y la creencia espiritual.

Nunca se podrá asegurar que A es más inteligente y honrado que B, pero no hay la menor duda de que diez es más que ocho. Esa es la única certeza que nos es dable alcanzar.Donde no se castiga a los criminales, donde no se reparan las injusticias, donde los derechos de propiedad se vulneran, donde la ciudadanía no puede esperar una sentencia ajustada a las leyes, es muy difícil que se cree una atmosfera civilizada capaz de nutrir los procesos de acumulación de riquezas.

Cada día más estamos cerca de la idea de que es mejor todo para uno y no uno para todos.

Autora:
Mabel Henríquez
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