Por José Ramón Martínez Burgos.
“No Confiéis en la violencia ni en la rapiña:
No os envanezcáis” Salmo 62.10
“No Confiéis en la violencia ni en la rapiña:
No os envanezcáis” Salmo 62.10
Segunda parte.
Ya en un trabajo anterior hacíamos observar como los principios básicos en que se fundamento la Revolución Francesa son en la época actual insuficiencientes y hoy a través de la prensa, de la TV, de los libros y las revistas nos convencemos una vez mas de lo dicho anteriormente y no nos avergonzamos. Nuestros principios éticos sociales, nuestros reconocimientos en el campo de la Historia y la Economía nos dan fuerzas para decir que las guerras de hoy, si no llega a una solución igualmente razonable dentro de las necesidades de cada uno incluyendo vencedores y vencidos todos humanos y es preciso equilibrar los patillos de la balanza no será otra cosa que un alto en el camino de las vicisitudes humanas.
Y en realidad, esto desgraciadamente es así; basta con recordar el resultado que se obtuvo en la guerra pasada y en las anteriores a esta. Es pues necesario fomentar el estudio de la Historia del tipo económico-Cultural en la que los hechos de trascendencia cultural que es donde quedan verdaderamente expresados los sentimientos de los pueblos.
Recordemos que al restablecer el equilibrio en los platillos de la balanza, la Revolución Francesa dio oportunidad al hombre del pueblo y este al hacer presencia en la escena politica, administrativa y económica, el nivel de la sociedad alcanzo un grado mas y la sociedad dio un paso hacia delante, hubo pues un mejoramiento social, aunque no el esperado.
Es innegable que el hombre lucho, dio su sangre, sus hijos y su intelecto, en una palabra, se sacrifico. Aporto todos sus conocimientos, pero sus esfuerzos fueron inútiles, porque la suma de los sacrificios y los beneficios arrojaron un déficit en su contra; de modo que en esa época el hombre no alcanzo a final de cuentas los resultados que esperaba para después de la contienda.
Hoy se le ha vuelto a entusiasmar, se ha arrojado a la lucha, ha demostrado su deseo de no ser engañado de nuevo. Debemos pues ser justos; el hombre del pueblo puede ser engañado varias veces, pero cuando toma una resolución, su represalia es fría, dura y tinta sangre. Recordemos que la venganza destruye con manos de acero y es insufrible, evitémosla poniendo la razón al servicio de la historia. Nosotros conocemos el mundo un poco mas que la guerra pasada, sabemos que desea y sabemos también que es lo necesario y que s lo inútil, estamos pues concientes de la labor a realizar, podemos entonces obtener buenos resultados, ¿Por qué no hacer lo necesario, lo que es imprescindible, lo que el llamado de la historia nos reclama? Recordemos que los hechos destruyen las frases y el hombre de esta nueva guerra así lo hará. Regresaran rebeldes, dispuestos a seguir la lucha si no se cumplen los principios por los cuales se le incido que luchaba.
También recordemos que hoy se están escribiendo en casa una de las partes del mundo las paginas de una obra que hará su aparición por vez primera después de las grandes guerras locales cuando las armas puestas en manos del pueblo por necesidad de las circunstancias hagan imponer su voluntad, porque no se le haya dado lo que se prometió. Esa violencia no tendrá otra razón de ser que la imposición del bien en función de la comunidad. Evitemos ese derramamiento innecesario de sangre juzgado al mundo imparcialmente, dándoles a cada cual sus necesidades, el bienestar que han soñado desde hace siglos y aun esperan ansiosos para ellos, para sus hijos y los hijos de sus hijos.
jrmartinezbur@codetel.net.do