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sábado, 28 de febrero de 2009

El reto de las Fuerzas Armadas

En este tiempo el rol de los cuerpos castrenses en países como el nuestro son muy diferentes a los que tradicionalmente estaban acostumbrados, por lo que deben readecuarse a la nueva realidad Las fuerzas armadas y los cuerpos policiales de casi todos los países de América Latina han estado pasando por un difícil y tortuoso proceso de redefinición de su rol como parte de las nuevas sociedades que se han conformado en nuestro continente.
La tradición era, sobretodo en las últimas décadas del siglo XX, servir de soporte contrainsurgente en contra de una supuesta amenaza comunista que “amenazaba la estabilidad y el desarrollo del proceso capitalista”. Este papel encontró su fin cuando nuestro continente decidió cambiar el curso de la historia e inició un proceso de consolidación democrática.
En ese momento se inicia el cambio del perfil de las fuerzas armadas y la policía de nuestros países. De ser garantes irracionales de dictaduras militares y gobiernos despóticos pasaron a ser soportes de una democracia que ellos mismos no entendían, pues nunca habían sido parte de ella ni nunca la habían asumido como forma de comportamiento para sí mismos.
En medio de ese proceso de adecuación de sus roles se encuentran con un nuevo fenómeno que permea nuestras sociedades en todos los órdenes: La delincuencia y el narcotráfico. De combatir guerrilleros o dirigentes comunistas que querían destruir el estado capitalista, las fuerzas armadas y la policía se ven en la disyuntiva de combatir a un grupo de nuevos actores sociales que, fruto del grado de miseria y de exclusión social, deciden asumir la delincuencia como su vía de ascenso social y de generación de riquezas.
Asimismo, se ven en la necesidad de combatir otro actor social, el narcotráfico, el cual genera muchas riquezas de manera fácil y atrae con sus pingues beneficios a todos los miembros de una sociedad que cada día aumenta más la miseria de las grandes mayorías.
Y entre los que se sienten tentados a ser parte de ese mecanismo ilegal pero que deja muchos recursos, están los propios miembros de las fuerzas armadas y la policía.Este fenómeno social es que explica el por qué tantos policías y militares están vinculados a las mafias de delincuentes y de narcotraficantes en nuestro país.
Hasta los actuales momentos los que dirigen esos estamentos del estado no han definido con claridad ni han tomado las medidas de lugar para que esta nueva situación sea asumida con eficacia. Ya con el orgullo de ser militar o policía no se llega a ningún lado.
De lo que se trata es de crear las condiciones tanto materiales como de preparación ética y moral para que los narcotraficantes y los delincuentes no puedan permear las fuerzas armada ni la policía. Así como la delincuencia no se acaba matando los delincuentes, la corrupción militar y policial no se acabará solamente apresando a los efectivos que estén vinculados a hechos delictivos. Hay que ir un poquito más allá.
Es necesario dotar a todos lo miembros de esas instituciones de las condiciones materiales mínimas que les permitan desechar cualquier tentación. Asimismo, es necesario ampliar el rol social de esas instituciones para que en sus miembros se desarrolle una sensibilidad humana que los acerque más a las necesidades de las grandes mayorías. Y finalmente, deben existir mecanismos efectivos de control ético para todos, incluidos los altos oficiales, y así evitar que se desarrollen malas acciones apoyadas desde dentro de las propias instituciones.
Euri CabralEs Comunicador y Economista