Unir las redacciones del periódico impreso y el digital ha dado lugar al surgimiento de nuevas logísticas para buscar, procesar y difundir noticias en ambas plataformas, tomando en cuenta más que nada las necesidades de la audiencia digital, que es la más expuesta a los cambios tecnológicos que impactan esta esfera.
Las pautas tradicionales de trabajo que existían para los impresos tienen que ser adaptadas ahora a este nuevo ecosistema de la comunicación, ya que el peso primario de las búsquedas noticiosas descansa en el periódico digital, apremiado por dar noticias frescas, en vivo y en evolución, apoyándose adicionalmente en recursos audiovisuales.
Los impresos se enfocan en un periodismo menos presionado o condicionado por las últimas noticias y por la velocidad en difundirlas y, en cambio, apuestan a contenidos de fondo tratando de unir los fragmentos de una realidad en un todo contextualizado.
Es decir, van más allá de la inmediatez y procuran explicar las causas o consecuencias de un hecho que ha tenido atención relevante en las plataformas digitales, intentando llenar vacíos de información a través de análisis, consultas con expertos, datos de archivos o crónicas más depuradas y completas de un episodio.
Bajo la premisa del “periodismo del día después”, queda claro que los estándares de trabajo tienen que acomodarse a los nuevos patrones que va definiendo el periodismo digital, porque ahora se ha invertido la fórmula antigua en la que los lectores buscaban las noticias en el diario, tanto suscribiéndose a él para recibirlo en su hogar o comprándolo en los estanquillos de la calle o a los canillitas.
El modelo hoy día es ir tras la audiencia, conocer sus preferencias de lectura, interactuar con ella y ofrecerle lo que está buscando. La lógica de la conexión con las audiencias es la que, a su vez, va perfilando las nuevas reglas, todavía no escritas, del periodismo en el tiempo moderno.
Obviamente, lo que no cambian son los principios y valores que han hecho del periodismo profesional una fuente idónea y confiable para la transmisión de las ideas y la difusión de noticias que interesan a la mayoría.
Estos valores pueden y deben imbricarse en la esfera digital para que el ejercicio de la comunicación siga siendo el soporte indispensable en la construcción de una sociedad de libre expresión, fundamento de la democracia.
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