El Eurotúnel del canal de la Mancha, la conexión ferroviaria
submarina más larga del mundo, celebra veinte años desde que fue
inaugurado, con lo que se cumplió el viejo sueño de unir el Reino Unido
con el continente europeo.
El 6 de mayo de 1994, el entonces
presidente francés, François Mitterrand, y la reina Isabel II daban por
inaugurada una obra faraónica, en la que trabajaron 13.000 personas y se
emplearon once máquinas que llegaron hasta cien metros por debajo del
nivel del mar.
Ese día, la soberana británica se subió
al tren en la estación londinense de Waterloo para ir a buscar a
Mitterrand, quien la estaba esperando en la estación parisina de Gard du
Nord.
Tras un apretón de manos, los dos jefes
de Estado emprendieron juntos el regreso en tren por el Eurotúnel a la
capital británica.
Los 50 kilómetros de esta conexión, de
los que 38 pasan por debajo del agua, la convierten en la vía
ferroviaria submarina más grande del mundo y una de las más importantes
obras del siglo XX.
El sueño de unir el Reino Unido con el
continente europeo empezó en el siglo XIX, pero fue después de la II
Guerra Mundial cuando la idea cobró fuerza, lo que ayudó a que en 1957
se formase el Grupo de Estudio del Canal de la Mancha, que presentó a
los Gobiernos de Londres y París el plan para construir la vía
ferroviaria.
Sin embargo, no fue hasta 1986 cuando
Mitterand y la entonces primera ministra británica conservadora Margaret
Thatcher anunciaron que Eurotúnel sería la encargada del proyecto.
A finales de los años 80 se empezó a
trabajar en el plan y el momento épico llegó el 1 de diciembre de 1990,
cuando obreros franceses y británicos se estrecharon la mano y se
fotografiaron con banderas de los dos países tras abrir la cavidad que
conectó por tierra por primera vez desde la época glaciar a los dos
países.
No obstante, el proyecto se erigió en
medio del escepticismo ciudadano y una caótica situación financiera por
las discrepancias entre las empresas constructoras y las concesionarias.
La gran deuda que entonces arrastraba
Eurotúnel, grupo encargado de la explotación, supuso fuertes pérdidas
económicas para cientos de miles de pequeños accionistas que apostaron
por el proyecto.
El déficit se terminó de sanear en 2007 y
ha convertido a Eurotúnel en una empresa viable que en 2013 "incrementó
en un 12 % su facturación con respecto a los datos del ejercicio
anterior", según anunció en enero su presidente, Jacques Gounon.
Este repunte estuvo motivado por los más de 20 millones de pasajeros que utilizaron el corredor ferroviario en 2013.
Gounon calificó de "año récord" dicho
ejercicio, periodo en que se superaron "claramente los mil millones de
euros de facturación a pesar de un entorno muy competitivo".
Pese a todo, Eurotúnel afronta
actualmente la competencia de las empresas de transbordadores y de las
aerolíneas de billetes baratos.
Cada día unos 400 trenes cruzan el
canal, que transportan un promedio de 50.000 pasajeros, 6.000 coches,
180 autobuses y 54.000 toneladas de carga y 54.000 toneladas.
El director comercial de Eurotúnel, Jo
Willacy, comentó que el proyecto ha sido un "éxito tremendo" desde el
punto de vista comercial", pues uno de cada dos vehículos que cruza el
canal lo hace a través del túnel por debajo del canal.
"Nosotros somos la primera elección al cruzar el canal y lo podemos hacer por contar con un servicio veloz y simple", agregó.
Con motivo de la efeméride, Eurotúnel ha
organizado una exhibición sobre los 20 años del túnel en la terminal de
Coquelles, en el norte de Francia.
El presidente del Instituto británico de
Ingenieros Civiles, Geoff French, dijo que el túnel es un "festín de
ingeniería", en el que miles de personas "colaboraron para hacer
realidad un sueño