Por Maria Cristina Rodriguez
La mayoría de las y los periodistas que cubre las páginas de las sociales de los diarios dominicanos, tienen varias pautas que no pueden dejar de cumplir “por instrucciones superiores”, si es que quieren que sus reportajes y notas informativas sean difundidas.
Entre esas “líneas y rayas” están: no fotografiar personas de tez muy oscura con aspecto de“chopa”, mujeres con el cabello trenzado y uñas muy largas, gente con vasos plásticos, mal vestida, desclasadas, sin brillo ni porte.
Las sociales tienen sus excepciones, obviamente, siempre y cuando estemos hablando de algún personaje extranjero, o criollo sin clase, que tenga dinero o que su superación y lucha constante lo convirtiera en algún fenómeno de popularidad, como Sammy Sosa, por ejemplo, que no pasa desapercibido por el lente fotográfico.
Estas instrucciones convierten a las páginas de las sociales de los diarios dominicanos, y a las revistas de este tipo, en discriminatorias y espacios grises. Pudiéramos pensar que estos proyectos están siendo dirigidos por mediocres sin alma ni corazón, gente que busca hacer creer que los sectores burgueses son los que predominan en el país.
Es importante recordarle a los editores de las sociales que la clase no se compra con dinero, que dinero no es sinónimo de clase, que la gente no se juzga por el color de su piel y apariencia, que vivimos en un país de mulatos y que somos una mezcla de etnias, y que esta acción discriminatoria es asqueante y avergonzante.