El triunfo de Barack Obama en las elecciones norteamericanas representa un hecho sin precedentes en la historia de esa gran nación y coloca al nuevo presidente ante grandes retos que está en la obligación de enfrentar con éxito.
La elección de Barack Obama como el presidente de los Estados Unidos es un hecho histórico. Este joven abogado de 47 anooos se convierte en presidente de la nación más poderosa del planeta rompiendo varios siglos de racismo y en medio de una de las peores crisis económicas que ha vivido dicha nación. El factor determinante para su triunfo fue precisamente la decepción experimentada por la mayoría del pueblo norteamericano ante los desastrosos gobiernos de George Bush y el Partido Republicano, los cuales hundieron la economía norteamericana y provocaron una verdadera hecatombe a la economía mundial.
La aplastante victoria de Obama ha provocado una enorme satisfacción no solo al pueblo norteamericano sino a todos los pueblos y gobiernos del mundo. De alguna manera, la elección de este calmado joven negro ha provocado que el mundo mire con ojos diferentes a los Estados Unidos y su errática y dañina política internacional. Obama ha renovado las esperanzas mundiales en torno a que la patria de Washington y Lincoln varíe aunque sea un poco su política interna así como su accionar ante los graves conflictos mundiales que aquejan a la humanidad en los actuales momentos.
Obama ha creado muchas expectativas. Y eso es muy bueno, pero también es un reto que podría convertirse en perjudicial para el nuevo presidente en caso de no poder sortear la crisis con éxito. Su primer gran reto está precisamente en cómo enfrentará la profunda recesión que vive la economía norteamericana, la cual sirvió de telón de fondo para su elección. El ha planteado que en cuanto a política económica actuará de manera totalmente contrario a Bush. Ha establecido que reducirá los impuestos de la clase media y de la clase trabajadora, que pondrá mayores impuestos a las grandes corporaciones y a las grandes fortunas, que estimulará la consolidación y creación de empresas medianas y pequeñas, que estimulará el empleo, que fortalecerá el sistema de salud para las grandes mayorías y que no seguirá el parámetro de la economía de guerra implementada por la actual administración. Si bien es cierto que su elección de por sí representa un shock de confianza para la economía y la pone en mejores condiciones para ser manejada, no es menos cierto que todo el mundo espera que el presidente en ejercicio sea consecuente con el candidato en campaña y asuma las medidas necesarias y pertinentes para relanzar la economía norteamericana.
Teniendo presente que de cada tres latinos que votaron en las elecciones del pasado 4 de noviembre, dos lo hicieron por Obama, otro gran reto que se presenta al nuevo presidente es el de definir y desarrollar una clara y transparente política hacia América Latina. Se tiene la esperanza de que el nuevo equipo económico y de relaciones internacionales de Obama enfrente con acierto los temas de la relación con Venezuela y Hugo Chávez, el bloqueo a Cuba, el fortalecimiento de los tratado de Libre Comercio con la zona y, sobretodo, su respeto y buena relación con los gobiernos progresistas de países como Brasil, Uruguay, Bolivia, Argentina y Chile, entre otros. Si Obama interpreta el signo de los tiempos podría convertirse en la llave para que los Estados Unidos salgan de esta crisis y puedan contar con nuevos países amigos. Todos deseamos que así sea.
Euri Cabral
Es Comunicador y Economista
eurizina@hotmail.com