por Jose Tejada Gómez
Siempre he sido partidario de que a un gobernante se le permita una
repostulación y lograda ésta o no, jamás vuelva a intentar dirigir los
destinos de la nación. Fue lo que apoyé en el 2004 en carta que enviara a
mi estimado amigo Orlando Gil, quien tuvo a bien publicarla en su leída
columna. La formula se aprobó en la modificación constitucional del
2004 que permitió al ex presidente Mejía optar por un nuevo mandato,
intento en el que fue vencido por el presidente Leonel Fernández.
Erróneamente ese sistema fue cambiado en el famoso acuerdo de las
corbatas azules firmado por el presidente Leonel Fernández y Miguel
Vargas, que anuló la posibilidades presidenciales de este, rehabilitó a
Hipólito Mejía y prologó la vida política del líder peledeísta.
Hoy vuelvo a repetir que sería partidario a que se modifique la
Constitución para que se permita al gobernante de turno -esta vez al
presidente Danilo Medina- optar por un segundo mandato y nunca más. Es
la fórmula ideal que permite al pueblo revalidar a un gobernante o no,
en un tramo de su ejercicio de Estado, pero poniendo limites a las
ambiciones de aquellos que buscan perpetuarse en el poder. Estados
Unidos es un modelo a seguir en ese orden, y bien podría ser imitado por
nuestros políticos.
Parte del tormento que hoy vive la democracia dominicana tiene su
origen en el modelo político actual, pues se sustenta en una falsa
alternabilidad, que estimula los afanes continuistas de los políticos,
ya que no pone límites a sus ambiciones de poder. Es bien sabido que
quien llega a la presidencia de la República, aprovecha esa oportunidad
para salir del Gobierno dejando el escenario habilitado para su regreso,
con toda la consecuencia que eso representa.
El sistema de permitir a un presidente un segundo mandato, y nunca
más, desencadenaría una verdadera alternabilidad, pues cada cuatro años
existiera la posibilidad de cambiar gobernante, y si este fuera
reelecto, lo tendríamos ahí solo ocho años. Quien logre se repostulado
saldría del escenario y otros políticos nuevos tendrían la oportunidad
de gobernar a este pueblo, y uno de los beneficios que tendriamos sería
contar con más personas con experiencia de Estado, para ser consejeros
de las nuevas generaciones.
La realidad de hoy es que tenemos a Leonel Fernández y a Hipólito
Mejía “represando” en sus respectivos partidos a jóvenes políticos que
bien como ellos merecen y pueden dirigir los destinos de este país Hoy,
cuando uno observa el panorama en torno a ambos hay una cadena de
diatribas de la cual la democracia dominicana bien se hubiese librado si
rigiera ese aspecto de la anterior Constitución de la República.
He considerado propicio reiterar este punto de vista, que sostengo
como un asunto de principio, y lamento que no rija el modelo de la
Constitución del 2004, pues se percibe que en el ánimo de la mayoría de
dominicanos y dominicanas existe el deseo de que se permita un segundo
mandato del presidente Danilo Medina.