En el mercado dominicano hay productos que dicen ser elaborados con ingredientes naturales, pero no resisten la más mínima prueba de laboratorio. Existen empresas que prometen brindar el mejor servicio, pero en el terreno son un desastre.
Resaltan condiciones que no pueden sustentar.
Fotos de Hamburguesas que atraen a la gente por su tamaño y luego, en la realidad, no honran esa promesa gráfica. El maquillaje excede la realidad.
Productos que prometen tener los precios más bajos del mercado y terminan defraudando al comprador.
Esos aspectos ponen en duda muchas de las promesas que se ofrecen a través de la publicidad, creando grandes decepciones que dejan al público con un sentimiento de engaño imborrable y una actitud crítica en contra de la marca. Las empresas deberían imponerse un código ético de regulación que ayude a preservar la reputación y el prestigio de sus productos y servicios.
Pro Consumidor tiene que lanzar a las calles sus inspectores para vigilar de cerca las promesas de Black Friday y además publicar notas de prensa pidiéndoles a los negocios que honren sus ofertas de ventas en ese día. Una señal de las trampas que muchos inescrupulosos realizan en esa fecha para timar a la población.
Se trata de ofertas engañosas que solo procuran atraer público, y posteriormente, cuando la gente llega conquistada por la oferta, la propuesta resulta ser otra.
Antes, este tipo de inconducta podía pasar inadvertida, pero ahora, con el empoderamiento de la población a nivel de comunicación, esto termina afectando seriamente a las empresas que cometen estos desmanes. Pues la gente dispone de plataformas digitales que hacen llegar en segundos sus quejas a una universalidad inimaginable. Creo que esa es la razón por la que en nuestro país no abunda la publicidad comparativa. Pues a muchas marcas les resulta muy difícil sustentar su superioridad en relación a otra de su categoría.