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martes, 15 de agosto de 2017

Columna Invitada...FUERA DE CÁMARA El Listín: un error

CÉSAR MEDINA
lobarnechea1@hotmail.com
Quienes llevamos tantos años escribiendo en los periódicos, sabemos que no hay mayor dicha que acceder a un medio que tolere la disensión y que la acoja con total apertura, llegando incluso a tener el valor de enmendar errores en sus juicios y valoraciones, algo en lo que todos incurrimos.
En este nuevo periodismo que ejercemos con desfachatez y alegría, muchas veces se ignora dónde está la frontera entre la opinión del periódico -expresada exclusivamente en su editorial-, y la voluntad de sus analistas, columnistas y articulistas que muchas veces -en mi caso, siempre-, hablamos a partir de la subjetividad de nuestras preferencias y deseos.
Tal vez por eso la credibilidad es mayor cuando la opinión se asume en función del periódico y no del periodista. La gente suele argumentar de forma concluyente: ¡Lo dijo hoy el Listín!, cuando la verdad es que quien lo dice es un periodista, un analista o un articulista que necesariamente ni siquiera figura en la planilla de empleados del periódico.
El Listín -siguiendo ese ejemplo-, sólo dice lo que dice en su editorial y no en sus columnas ni en sus análisis periodísticos y ni siquiera en sus noticias, menos en estos tiempos del periodismo moderno y alegre en que “cada ciudadano con un celular es un reportero”.Por eso quiero disentir del análisis publicado el sábado por el Listín como noticia principal en su primera página, firmada por el periodista Ramón Pérez Reyes, con el subjetivo título: “¿Presidenciables? Jóvenes que podrían encarnar el relevo del liderazgo político”.
¡Claro que podrían encarnarlo! Como también podrían no encarnarloÖ ¿Hay otra alternativa? Pienso que no.
Dos aves de paso
Entre los cuatro citados en el análisis del Listín aparecen por lo menos dos que actualmente tienen figuración pública gracias a una coyuntura política circunstancial o a la benevolencia de un decreto presidencial. No se puede confundir la potencialidad política de un funcionario con la trayectoria ascendente de un liderazgo. Sólo David Collado, en ese contexto, ha demostrado potencialidad política porque se midió en las urnas en las condiciones más desfavorable posibles y venció sorpresivamente a quien debió salir victorioso en la plaza de mayor arraigo del PLD, el Distrito Nacional.

El otro es Ito Bisonó, que está bien situado en el Reformista y ha ganado todas las elecciones a que se ha presentado a pesar de la azarosa dirección que tiene su partido y a las conspiraciones internas en su contra.
Abel Martínez ha comenzado a freírse en su propia salsa en la alcaldía de Santiago, un cargo del que ni siquiera José Enrique Sued, demagogo por antonomasia, pudo salir ileso. ¿El cuarto? Un ave de paso con figuración pública gracias a dos decretos presidenciales. ¿Dónde está su arraigo político?
Todavía sin sucesión
El liderazgo actual no tiene todavía sucesión en ninguno de los partidos con posibilidad de ganar unas elecciones, fuera de un movimiento social que carece aún de la configuración de una cabeza potencial.

En el Partido de la Liberación nadie en sano juicio puede poner en duda que sólo Danilo y una posible reelección podría frustrar la candidatura de Leonel. Pero ya hasta Montalvo se declaró opuesto a otra reelección. Por supuesto, Montalvo quisiera a su pupilo sin arraigo.
En el Revolucionario Moderno la candidatura está definida entre Hipólito y Abinader. Fuera de ellos dos, hablar de relevo es hablar de David por las razones expuestas más arriba. Pero ese es un albur improbable porque todo el mundo sabe que Collado es un alfil de Mejía.
Podría ser un excelente candidato vicepresidencial completando fórmula con Hipólito, en cuyo caso habría que pensar en tiempo de borrasca: ¡No hay puerto seguro!