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Mucho se ha dicho sobre la difícil tarea que tienen los padres al tratar
de encontrar ese modelo ideal de crianza para sus pequeños, sin
embargo, para ser padres no hay manual, versa el dicho popular. Y menos
si se trata de una guía de perfección como los cuentos de princesas.
La vida moderna, ha hecho que la tarea
de educar a los hijos sea aún más compleja, las largas jornadas
laborales y los tantos distractores tecnológicos entre otras, son
razones que distancian las relaciones interpersonales y familiares.
Este podría ser un indicio de por qué
los niños se aferran cada vez más a historias mágicas que les cuentan
otra vida posible. Los mundos imaginarios, los personajes heroícos y los
prototipos de belleza de algunos personajes como las princesas, crean
esa ficción de realidad dulce y cómoda para permanecer horas sin parar.
Pero cuidado padres, los expertos advierten que este mundo de ficción
crea estereotipos de belleza y bienestar que pocas veces se ajustan a la
realidad.
En los relatos de las princesas por
ejemplo, «Todas son guapas, con una melena larga y cuidada y
maravillosamente vestidas. Y todas encuentran a su príncipe azul. Jamás
verás a una princesa de cuento discapacitada o lesbiana, pues en este
mundo imaginado no tiene cabida aquello que es diferente». Advierte
Rebeca Cordero, directora académica de Educación y profesora de
Sociología Aplicada en la Universidad Europea.
Así mismo, en estas historias es común
encontrar patrones de conducta que si bien no están relegados de la
cultura moderna, tampoco la definen, tal es el caso del príncipe azul
que llega como una figura redentora y protectora de una frágil princesa.
Este no es el mundo que van necesariamente a vivir nuestros hijos y si
bien los estudios no cuestionan la necesidad que tienen los niños de
fantasear en pro de desarrollar cualidades artísticas, si está claro que
no pueden beber de una fuente única de información que molde su
personalidad creyendo que nunca enfrentarán dificultades.
La profesora Cordero al respecto de
estos relatos declara: «presentan una distinción de roles muy
específicos y vinculados a una sociedad patriarcal». «Si nos paramos a
pensar, gran parte de los contenidos dirigidos al público infantil sigue
esta misma pauta: el color rosa o morado de la ropa de las niñas, los
juguetes para chicos y para chicas... El problema no solo está en los
cuentos. La publicidad y el marketing no trabajan la igualdad de género
sino todo lo contrario, estigmatizan de manera constante».