“Somos para siempre el mayor espectáculo del mundo”. Con estas
palabras se despidió del público Johnathan Iverson en el acto final del
ya legendario circo de los hermanos Ringling,
uno de los más antiguos del mundo. Tenía a su lado a sus dos hijos,
Lila, de ocho años, y Matthew, de 12, también artistas. Hubo risas,
abrazos y muchas lágrimas en la última puesta en escena este domingo es
el Nassau Coliseum en Uniondale, Long Island.
Era jefe de pista desde hacía casi dos décadas. El último acto de la
gran familia duró más de dos horas. Fue muy emotivo. El domador
Alexander Lancey se fundió en el centro con un tigre mientras Elaina
Bario no podía parar de llorar desde la grada al verle actuar con sus
felinos. Son precisamente estos animales los que pusieron fin a 146 años
de historia de esta institución en la cultura popular americana.
El circo Ringling Bros. and Barnum & Bailey anunció el pasado
enero que iba a cerrar sus puertas. Hace un año que empezó a dejar de
utilizar animales en sus espectáculos. Los primeros en abandonar la
pista fueron los elefantes. Durante años, los activistas tuvieron a la
compañía en su punto de mira. La acusaban de abusar de los animales al
entrenarlos y al transportarlos por todo el país.
“La compasión siempre gana”, se podía leer en los carteles de un
grupo de manifestantes que hicieron escuchar su protesta en las puertas
antes de comenzar el último acto. El negocio de la compañía propiedad de
Feld Entertainment se hizo insostenible, con las ventas de billetes
cayendo en picado y los costes operativos disparados. “Tenemos que
asumir el cambio”, comenta Kenneth Feld, su consejero delegado.