Por Gilberto Santa Rosa
El desarrollo de la música latina y, eventualmente, el
nacimiento del género salsa les impartió a la ciudad de Nueva York una
mística y un interés para todos los artistas y el público que gusta de
este género. Con sus raíces en la música cubana y el fenómeno de la
migración puertorriqueña, este movimiento musical comenzó en la década
de los treinta y continuó hasta los noventa del siglo pasado.
Seguramente
el lector habrá escuchado nombres como Palladium, China Doll, Roseland,
Hunts Point Palace, Conga, Chateu Madrid, El Corso, Village Gate,
Chetaah, Copacabana, El Caborrojeño, Bronx Casino y el Manhattan
Center, entre otros clubes y salones de baile donde se escribía, en un
ambiente de entretenimiento, gran parte de esta historia musical.
Algunos
de los lugares icónicos de la ciudad fueron escenarios de grandes y
memorables conciertos, por ejemplo, el Madison Square Garden, el Yankee
Stadium, Parque Central y Coney Island.
El mambo, chachachá, la
pachanga, el boogaloo y, eventualmente, la salsa se desarrollaron en el
ambiente latino de Nueva York, marcando positivamente la industria
musical y la memoria colectiva de los fanáticos y bailadores, según la
época que les tocó vivir.
Cabe destacar el hecho de que los
puertorriqueños, como artistas y público, estuvieron estrechamente
ligados al desarrollo y éxito de todos estos movimientos musicales. El
intercambio de artistas y orquestas, entre Puerto Rico y Nueva York,
ayudó a sazonar el ambiente neoyorquino con un sabor inigualable.
Empresarios
de la talla de José Curbelo, Ralph Mercado, Federico Pagani, Héctor
Maisonave, José Tejeda y Ray Avilés fueron algunos de los que aportaron
para consolidar el ambiente produciendo espectáculos en la Gran
Manzana.
La actividad musical en la “Ciudad los Rascacielos” era abundante y amenizaba las cuatro estaciones del año.
El
nacimiento de la compañía discográfica Fania, sus artistas y la
mundialmente famosa agrupación “Las Estrellas de Fania” durante la
década del 1970 revistió la ciudad de Nueva York de brillo y magia en
medio de una época decadente y cambiante.
Vale la pena destacar el
hecho de que la salsa se convirtió en un emblema de la ciudad, como lo
fue el personaje de “King Kong” o la famosa escena de Marilyn Monroe
sobre la parrilla del subway.
Pero, como dijo Héctor Lavoe: “Todo
tiene su final, nada dura para siempre”, y con el paso del tiempo, la
también llamada “Capital del Mundo” perdió su protagonismo en lo que a
música latina se refiere. Empezaron a desaparecer los clubes, las
orquestas y muchos artistas optaron por viajar y salir a trabajar en el
resto del mundo que se abría para recibir el género. El Caribe, Centro y
Sur América, y Europa tomaban la voz cantante.
Hoy día existen
algunos clubes y empresarios que buscan revivir el ambiente para dar
paso a la música latina. Excelentes músicos mantienen algunas orquestas a
nivel local, defienden el género y tratan de reactivar el circuito de
los bailes en lugares como Salsa con Fuego en El Bronx y LaBoom en
Queens, así como salas de concierto. Ejemplo de esto son el auditorio
del Lehman College en Bronx, el Madison Square Garden, el Teatro United
Palace y recientemente el Barclay Center, que mantienen viva la
tradición de conciertos y promueven que la comunidad latina no pierda
contacto con su música y cultura popular.
Sin duda, Nueva York no
pierde su mística ni su atractivo turístico. Sería maravilloso que la
salsa retomara su sitial allí para revivir los tiempos de gloria...
¡Camínalo!