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martes, 8 de septiembre de 2015

New York, New York...

Por Gilberto Santa Rosa

El desarrollo de la música latina y, eventualmente, el nacimiento del género salsa les impartió a la ciudad de Nueva York una mística y un interés para todos los artistas y el público que gusta de este género. Con sus raíces en la música cubana y el fenómeno de la migración puertorriqueña, este movimiento musical comenzó en  la década de los treinta y continuó hasta los noventa del siglo pasado.

Seguramente el lector habrá escuchado nombres como Palladium, China Doll, Roseland, Hunts Point Palace, Conga, Chateu Madrid, El Corso, Village Gate, Chetaah, Copacabana, El Caborrojeño, Bronx Casino y el  Manhattan Center, entre otros clubes y salones de baile donde se escribía, en un ambiente de entretenimiento, gran parte de esta historia musical.
Algunos de los lugares icónicos de la ciudad fueron escenarios de grandes y memorables conciertos, por ejemplo, el Madison Square Garden, el Yankee Stadium, Parque Central y Coney Island.

El mambo, chachachá, la pachanga, el boogaloo y, eventualmente, la salsa se desarrollaron en el ambiente latino de Nueva York, marcando positivamente la industria musical y la memoria colectiva de los fanáticos y bailadores, según la época que les tocó vivir.

Cabe destacar el hecho de que los puertorriqueños, como artistas y público, estuvieron estrechamente ligados al desarrollo y éxito de todos estos movimientos musicales. El intercambio de artistas y orquestas, entre Puerto Rico y Nueva York, ayudó a sazonar el ambiente neoyorquino con un sabor inigualable.

Empresarios de la talla de José Curbelo, Ralph Mercado, Federico Pagani, Héctor Maisonave, José Tejeda y Ray Avilés fueron algunos de los que aportaron  para consolidar el ambiente produciendo espectáculos en la Gran Manzana.

La actividad musical en la “Ciudad los Rascacielos” era abundante y amenizaba las cuatro estaciones del año.

El nacimiento de la compañía discográfica Fania, sus artistas y la mundialmente famosa agrupación “Las Estrellas de Fania” durante la década del 1970 revistió la ciudad de Nueva York de brillo y magia en medio de una época decadente y cambiante.
 
Vale la pena destacar el hecho de que la salsa se convirtió en un emblema de la  ciudad, como lo fue el personaje de “King Kong” o la famosa escena de Marilyn Monroe sobre la parrilla del subway.
Pero, como dijo Héctor Lavoe: “Todo tiene su final, nada dura para siempre”, y con el paso del tiempo, la también llamada “Capital del Mundo” perdió su protagonismo en lo que a música latina se refiere. Empezaron a desaparecer los clubes, las orquestas y muchos artistas optaron por viajar y salir a trabajar en el resto del mundo que se abría para recibir el género. El Caribe, Centro y  Sur América, y Europa tomaban la voz cantante.
Hoy  día existen algunos clubes y empresarios que buscan revivir el ambiente para dar paso a la música latina. Excelentes músicos mantienen algunas orquestas a nivel local, defienden el género y tratan de reactivar el circuito  de los bailes en lugares como Salsa con Fuego  en El Bronx  y  LaBoom en Queens, así como salas de concierto. Ejemplo de esto son el auditorio del Lehman College en  Bronx, el Madison Square Garden, el Teatro United Palace y recientemente el Barclay Center, que mantienen viva la tradición de conciertos y promueven que la comunidad latina no pierda  contacto con su música y cultura popular.
Sin duda, Nueva York no pierde su mística ni su atractivo turístico. Sería maravilloso que la salsa retomara su sitial allí para revivir los tiempos de gloria... 
¡Camínalo!