Por EFE
VIÑA DEL MAR, Chile
Las localidades costeras de Viña del Mar y Valparaíso, al oeste de la capital chilena, permanecían hoy con las calles vacías y los comercios cerrados, mientras los vecinos hacían un recuento de los daños que provocó el fuerte terremoto de esta madrugada.
Los servicios de limpieza se afanaban en retirar los escombros que quedaron sobre las aceras, donde se amontonaban cristales y cornisas arrancados desde las fachadas de los edificios, en su mayoría de poca altura.
''Ahora estamos recogiendo todo lo que ha caído de las cornisas. (...) Hay hartos autos sobre los que han caído muros. (Fue) muy grave lo que pasó'', declaró a Efe el barrendero Juan Muñoz.
En tanto, los comerciantes hacían un recuento de las pérdidas que generó este terremoto, que alcanzó una magnitud de 8,3 grados Richter según la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi) y de 8,8 grados de acuerdo con el Instituto Geológico de EE.UU., y tuvo una duración superior a dos minutos.
Los estantes vacíos de las tiendas de comestibles y los cristales rotos de los escaparates eran la huella más visible de la violencia con la que el terremoto sacudió la localidad costera de Viña del Mar, a 125 kilómetros al oeste de Santiago.
Francisco González, que regenta una tienda naturista, explicó que al entrar a su local se encontró "con casi todo en el suelo y grietas en algunos lugares''.
''Se salió un poco el techo, un desastre de proporciones'', añadió resignado.