New York, (soylatino.net) -En sus inicios los reguetoneros de la vieja y nueva escuela, utilizaban la tiradera entre ellos como mecanismo para llamar la atención de sus seguidores, y el efecto era infalible.
Cada cierto tiempo se inventaban
una reconciliación con la finalidad de grabar juntos, hasta que dicha
estrategia dejó de brindar los efectos de antes.
Estrategia similar pusieron en
marcha los representantes urbanos de nuestro país y hasta la fecha
algunos de ellos han mantenido una especie de enfrentamiento verbal,
tiradera que desde hace tiempo venía sufriendo desgastes, a tal punto
que en vez de película de acción, más bien dejan la impresión de tira
cómica.
La música urbana que se produce
en nuestro país ha tenido muy duras críticas, por sus vulgares y
barriales letras , además por la carencia de intérpretes con buenas
condiciones de canto.
Hoy, con un merengue que por más
pronostico de muerte sigue vivo, una bachata que mantiene su lugar de
preferencia, una salsa que ha tenido el valor de enfrentar la furia
urbana entre la juventud y ahora un reggaetón bori-colombiano que
regresa a reclamar el espacio perdido, es eminente el desplome de un
género que no ha podido crecer ni transcender más allá de su origen.
Al parecer, la preocupación de
sus exponentes los está llevado a un cambio de estrategia, en la cual se
vislumbra una época de paz entre ellos, lo que se reflejará en aumento
de colaboraciones.
Pero resulta que la fiebre no está en la sabana y el género no esta falta de cantidad de temas, sino de calidad en los mismos.
Ojala y cuando lo descubran, el
público aún esté en disposición de apoyarlos, pues resulta que el mismo
publico que le ha consumido sus disparates, es el mismo que hoy está
prefiriendo consumir el reggaetón importado.