Se va un ícono y con él le dice adiós al juego uno de los deportistas más representantivos en casi dos décadas. Y sin duda uno de los más temidos y más amados de todo el béisbol.
Fue el 18 de noviembre, justo el día de su cumpleaños 40 cuando David Ortiz decidió anunciar que este 2016 sería su última temporada.
Generoso a la hora de tratar el tema de su adiós, no se guarda nada.
“Yo ya estoy ready”, dijo en conferencia de prensa apenas inciar su último viaje al entrenamiento de primavera con Boston. Y añadió: “Eso es una decisión que uno empieza a tomar a través de los años, no una cosa que se hace de un día para otro”.
No hay vuelta atrás
Desde que lo decidió, salvo el mismo “Big Papi” que se lo toma con total tranquilidad, el mundo del béisbol se imagina todos los días como serán estos Medias Rojas sin su líder y más que eso: cómo será el béisbol sin uno de sus protagonistas más carismáticos y coloridos.
Un dominicano grandulón que llegó de Minnesota, donde apenas jugaba, en busca de una oportunidad en el 2003 y que apenas dos años después se convirtió junto a Manny Ramírez en el 1-2 más temido del béisbol para aportar el poder que necesitaba Terry Francona, capataz de los Patirrojos, para cambiarle el signo a la historia de derrotas de Boston.
Ortiz, con su carisma y su talento, construyó su
leyenda mientras ganaba más respeto para los peloteros latinos y hoy, en
las enciclopedias del béisbol, se habla por igual de los “Yankees de 1927” en el mismo tenor que se trata a la “Máquina Roja” de Cincinnati, a los Bravos de Bobby Cox o los Medias Rojas de “Big Papi” Ortiz.
Nadie hizo tanto por ese equipo como el gigantón zurdo que funge de bateador designado.
Y aunque todos recuerdan el rol de Manny Ramírez, Pedro Martínez, Curt Schilling, Mike Lowell, Josh Becket, Jon Lester, Dustin Pedroia, entre otros, hoy sólo David Ortiz queda como notario de tres títulos de Serie Mundial (2004, 2007 y 2013), que casi le pertenecen o que en todo caso lo tienen como referencia histórica.
Tres grandes
Miran los fans el calendario de 162 juegos para despedir al hombre que cambió el estatus del bateador designado, con la misma sensación nerviosa que vieron irse a Mariano Rivera en 2013 y a Derek Jeter en 2014.
Es cierto, rivales de muchas batallas, pero los tres protagonistas de
primer orden en el béisbol de esta centuria que intenta pasar la página
y dejar atrás horas de espanto. Sin embargo, se antoja una diferencia.
Los números de Jeter son de excelencia y los de Mariano para el aplauso, pero las carreras de ambos están amarradas al impacto de un gran equipo que ganaba.
El caso de Ortiz y Medias Rojas se percibe a la inversa, como si la carrera colosal de “Big Papi” hubiera devuelto la grandeza a un equipo que se había olvidado de ganar.
No prevalece en la percepción colectiva la idea de que Medias Rojas hizo grande a David Ortiz, sino a la inversa.
En paz con todos
Así se lo toma y por la manera como recibió a David Price, un enemigo de otras jornadas cuando el lanzador zurdo llegó a Boston, todo indica que en el vestidor bostoniano todo será relax.
“Gusto verte ‘Big D’”, le dijo. “Ya verás lo bien que la vamos a pasar aquí”.
Price agradeció el gesto y confesó que se sacaba un peso de encima contar con el respaldo del jefe.
Sin embargo, acaso el mejor gesto haya sido con Alex Rodríguez, con quien no cruzaba palabra por dos años. Fue y lo abrazó y la lectura inmediata dice que recuperó un amigo y de paso le envió un mensaje a sus ‘víctimas’ de siempre, los Yankees.
“Yo siempre he querido y respetado a Alex. Porque yo soy así… es mi naturaleza… soy como un gran oso que le doy afecto a todos”, reportó ESPN Deportes.
A pura buena vibra empieza a irse del béisbol un hombre de leyenda con una risa grandota, a quien aman los niños y de unos batazos descomunales, a quien temen los lanzadores.