Víctor José Rosario Reyes, de 10 años, es un niño triunfador. Forma parte de un grupo de 21 pequeños que alcanzó los objetivos contemplados en su plan terapéutico.
Todos son egresados del Centro de Atención Integral para la Discapacidad (CAID), sede Santo Domingo Oeste (SDO). Con ellos se elevan a 108 los egresados de este espacio de salud, iniciativa de la Primera Dama de la República, Cándida Montilla de Medina.
“Yo le agradezco al CAID que ha hecho todo por nosotros, por mí y por mi hermanito. Gracias a Dios y al CAID porque han hecho una especialidad entre mi hermanito y yo, nos han dado buenas terapias y nos han enseñado todo”. Así se expresó el pequeño de manera conmovedora.
También participaron Resángela Mendoza, encargada de Servicios de Salud del CAID y terapeutas de diferentes áreas.
Además de sus certificados, los pequeños recibieron juguetes y golosinas. Asimismo, disfrutaron de la presentación artística Sofía Globitos en Villa CAID, con una obra que centró su mensaje en el agradecimiento a Dios.
El CAID ofrece atención a niños y niñas con síndrome de Down, parálisis cerebral y autismo, hasta los diez años de edad. Además de Santo Domingo Oeste, tiene sede en Santiago y en San Juan.
Está en proyecto un centro en Santo Domingo Este. Con este se amplía el compromiso del gobierno del presidente Danilo Medina con las políticas públicas en favor de la inclusión.
Una bendición
María Reyes, madre de Víctor José, tiene además otro niño diagnosticado con autismo recibiendo atenciones en el CAID. Con lágrimas, relata que cuando recibió el diagnóstico de su hijo mayor, no encontraba a dónde llevarlo, pero cuando inició el CAID para ella fue una bendición.
Asegura que quien conoció a Víctor José antes de entrar al CAID y lo ve ahora, dice que es otro niño. La construcción de este centro, agregó, ha sido de mucho beneficio para numerosas familias.
Otros padres también cuentan sus testimonios de cómo sus hijos han evolucionado en el CAID. Indican que aquí reciben mucho amor, terapias y que la familia completa se siente satisfecha.
La mayoría da cuenta de que sus pequeños eran intranquilos, aislados, obedecían muy poco, algunos no hablaban y otros tenían dificultades en el aprendizaje, pero hoy todo está cambiando.
Con la atención y terapia que cada uno recibe, están modificando su conducta, son más sociables y se adaptan a diferentes ambientes.
Un modelo de atención
El doctor Taveras precisó que cuando un niño o niña y sus familiares son impactados por este proyecto, nunca se desligan. Esto, independientemente de que a los 10 años, por razones de edad, muchos egresan y otros porque logran los objetivos terapéuticos.
“Para estos niños que egresan hay otros servicios que quedan activos, y se le acompaña a lo largo de uno o dos años si fuera necesario, aunque prácticamente en la totalidad de los casos logramos una inclusión social o escolar”, expresó el director del CAID-SDO.
Magníficos frutos desde el Estado
Consideró que los egresados son un magnífico ejemplo de que un trabajo desde el Estado, responsable, bien dirigido, bien mantenido y financiado, definitivamente da magníficos frutos.
“En estos niños se han desarrollado habilidades para que ellos y sus familias comiencen a tener una mayor autonomía con respecto a la sociedad y a sus propias limitaciones”, señaló.
Testimonios
Eddy Antonio Muñoz, padre de Edwin, dijo que él y su esposa no tenían recursos suficientes para brindarle a su hijo las atenciones que necesitaba, por lo que se definió como bendecido por ser parte de la familia CAID.
“El CAID es una obra maravillosa, de bien social que se replica para la posteridad, porque estos niños al tener un trato tan especial aquí, superan muchas etapas y se pueden introducir como entes de bien social que pueden contribuir al desarrollo de nuestro país”, manifestó Muñoz.
Giro de 180 grados
Los padres de Juan Alberto Naveo dicen que ha dado un giro de 180 grados. Antes del CAID les preocupaba mucho su comportamiento y ahora es un ejemplo a su alrededor que los hace sentir muy orgullosos.
“Ya el colegio de mi hijo está involucrado, el CAID le dio algunas herramientas, por lo que de aquí en adelante seguiremos viendo los puntos que debemos reforzar, comentó con gran tranquilidad su madre, Karen Vegazo.
“No estoy sola”
Eunice López, madre de Amy, señala que su niña está más concentrada. “Pone más atención y te ve a la cara. Me ayudaron mucho aquí, no estoy sola”, afirma.
Por otro lado, Rudilania es abuela de Aram, un niño a quien lo describe como bueno y obediente. La madre, Yarilis, ve en él mucho potencial para desarrollarse plenamente en la vida con los avances que ha tenido en el CAID.
En medio de la entrevista Aram se animó a dar su propio testimonio: “aquí los niños se hacen felices, jugando, divirtiéndose y aprendiendo”, dijo de manera espontánea.
Marilanda Mora es otra satisfecha madre que dice que no cambiaría por nada del mundo a su pequeño Dawi. “Él es un niño especial que me hace más humana. Me ha enseñado a ser madre. Con todo y su condición yo no lo cambio… Me quedo con mi niño”, dijo entre lágrimas.
Dejar el pañal; gran logro para Emmanuel
“Lo más grande para mí ha sido que Emmanuel dejó el pañal. Él ha ido evolucionando poco a poco”. Así se expresa muy emocionada doña María Hernández, madre del infante.
“Hoy día yo tengo un niño muy diferente y doy gracias a Dios por haber entrado al CAID”.
Igual de ilusionados, esperanzados y agradecidos están Sonia Méndez y Féliz Antonio González, padres de Luis Fernando; Margit López, madre de Eloy; Jaqueline Urbáez, madre de María Alejandra y Saíra Sánchez, madre de Melany.
Además, Rafael y Awilda, padres de Amir; Nairoby Díaz, madre de Dahiana; Félix Then, padre de Ezequiel y muchos otros más.
Reconocimiento a padres
En la actividad fueron reconocidos por su activa participación en el Servicio de Intervención Grupal los padres Awilda Acosta, Marilanda Mora, Maria Yoselín Hernández, Santa Yarilys Castillo y Félix Then.