Carlos González había notado que había cada vez más
sillas vacías y poco movimiento en las máquinas tragamonedas del casino
de Puerto Rico donde trabajaba y le daba vueltas la cabeza la oferta de
trabajo que tenía en la República Dominicana.
La mayoría de los puertorriqueños que buscan visa son jóvenes o
estudiantes de mediana edad y muchos piden permiso para trabajar en el
sector turístico porque hablan inglés y les resulta relativamente fácil
conseguir trabajo en ese sector, según Grullón. Les atrae la robusta
economía dominicana, que en el 2015 creció a un ritmo del 7% por segundo
año consecutivo, lo que la hizo la más pujante de América Latina y el
Caribe. El gobierno atribuye el buen desempeño económico a los sectores
bancario, de turismo y construcción. El año pasado la República
Dominicana recibió 5,6 millones de turistas, una cantidad sin
precedentes, según cifras oficiales.
Era el 2013 y la economía de Puerto Rico llevaba diez años de
deterioro. González no lo sabía por entonces, pero el otrora popular
casino donde trabajaba como gerente de márketing cerraría pronto.
Pensó en su familia, en sus amigos y en las razones por las que había
regresado a Puerto Rico después de vivir 20 años en Nueva Jersey,
Estados Unidos. Le tomó varios meses decidirse. “No es fácil dejar tu
tierra”, expresó. Pero al final lo hizo.
“Jamás me lo imaginé. ¡Jamás!”, comentó entre risas. “Yo mismo me lo
pregunté dos mil veces si de verdad iba a vivir en República Dominicana.
Diría que estaba loco”.
El desplazamiento de gente a través de los 129 kilómetros (80 millas)
de aguas agitadas que separan a Puerto Rico y la Dominicana fue en un
solo sentido por más de medio siglo: de la Dominicana hacia Puerto Rico.
Pero la profunda crisis económica por la que atraviesa Puerto Rico ha
revertido la tendencia y cada vez más puertorriqueños abrumados por
problemas económicos van al país vecino para abrir negocios y escaparle
al caos, que está ahuyentando incluso a muchos inmigrantes dominicanos.
Las autoridades dicen que es difícil calcular exactamente cuántos
puertorriqueños se han ido a la Dominicana en años recientes porque se
los cataloga como estadounidenses, en vista de que la isla es un estado
libre asociado de Estados Unidos. Pero es innegable que muchos se están
yendo.
“Antes era muy raro que el puertorriqueño pasara a buscar visa de
trabajo”, expresó Franklin Grullón, cónsul dominicano en San Juan. “Ha
habido en todos los renglones un aumento. Entendemos que ese flujo
seguirá aumentando”.
También se van a la República Dominicana muchos profesionales,
incluidos arquitectos e ingenieros, para aprovechar el boom en la
construcción, de acuerdo con Germán Monroig, director ejecutivo de la
oficina de asuntos puertorriqueños.
“Los últimos dos años han habido considerables cambios”, manifestó.
A los profesionales les cuesta mucho encontrar trabajos estables en
Puerto Rico, una isla de 3,5 millones de habitantes, cuya economía está
estancada desde hace nueve años y que tiene una tasa de desempleo del
12% y una deuda pública de 72.000 millones de dólares que según el
gobernador de Puerto Rico es imposible pagar y debe ser reestructurada.
Aproximadamente una tercera parte de los puertorriqueños nativos viven
hoy en Estados Unidos tras escaparle a la suba de impuestos y de las
facturas por los servicios públicos, combinada con una falta de
oportunidades.
“Puerto Rico se puso muy, muy difícil para el sector de los casinos”,
comentó González, quien tiene 48 años. “Me fui a tiempo. Todos mis
amigos me decían que lo mejor que hice fue irme, que Puerto Rico está
demente”.
Los puertorriqueños no son los únicos que se van
Grullón dijo que cada vez más dominicanos se vuelven a su patria e
indicó que, al mismo tiempo, mermó mucho la cantidad de dominicanos que
ingresan a Puerto Rico ilegalmente. La guardia costera estadounidense
detuvo a 1.565 migrantes dominicanos en el 2004 y a solo 133 en el 2014.
“Lo que sorprende de esta tendencia es que hasta ahora, la migración
había sido de República Dominicana a Puerto Rico, y que el principal
motivo había sido la diferencia entre salario y más empleo”, declaró
Jorge Duany, profesor de antropología de la Universidad Internacional de
la Florida, que ha estudiado la migración entre los dos países.
A principios del 1900, los puertorriqueños iban a la República
Dominicana a trabajar en la pujante industria azucarera, hasta que llegó
la Depresión de los años 30. Los dominicanos comenzaron a venir a
Puerto Rico en los años 60 y 70 a raíz de un boom en el sector
industrial. Se calcula que unos 200.000 dominicanos viven en Puerto
Rico, aunque no hay cifras precisas ya que muchos de ellos están en el
país ilegalmente.
Ahora, son los puertorriqueños los que se van de nuevo a la
Dominicana, atraídos por su fuerte economía y su mercado laboral. Entre
ellos Francisco Pérez, de 51 años.
Luego de trabajar más de 20 años para una compañía de seguros en
Puerto Rico, sus ingresos mermaron junto con las ventas de vehículos.
Cuando se presentó a fines del 2014 la oportunidad de trabajar para una
firma puertorriqueña que pagaba en dólares en la República Dominicana,
no lo pensó dos veces.
“Cuando vino la disminución de ventas de automóviles en Puerto Rico,
comenzó mi mente a tratar de imaginar qué sería si seguían bajando la
venta de automóviles”, relató. “Soy el proveedor para mi familia, tengo
que hacer lo que tengo que hacer”.
No se arrepiente.
“Llego aquí y veo que esto está como Puerto Rico en los 90, que la
economía estaba bien, con una industria de la construcción con un auge
tremendo. Sé que hay muchos puertorriqueños mirando hacia acá para de
alguna manera extender sus negocios”.
González es uno de ellos.
Vino a la República Dominicana a trabajar como gerente de márketing
de un Hard Rock Cafe en Punta Cana, pero dejó ese trabajo y hace casi
dos meses abrió su propia empresa turística.
“Estamos ‘full blast’ (al máximo)”, expresó, agregando que ya tiene
contratos con varios hoteles grandes de la zona. “Esto todo va para
arriba”.