Por Agustín de la cruz (Sugar).
Importante
recordar que hace alrededor de 5 a 6 años atrás que no se requería
hacer grandes inversiones en la radio local, para sonar las pocas
grabaciones que se realizaban del popular ritmo salsa.
Pero
luego de su renacimiento a través de nuevos interpretes dominicanos,
esa historia cambió, la radio y programas locales prefieren tocar de
gratis a cualquier salsero clásico, en vez de ponérsela cómoda a los
salseros criollos.
A
pesar de que existe una comunidad inmensa de salseros en todo el país,
sobre todo en la ciudad capital, aproximadamente el 80% de esa comunidad
salsera, pertenece a los barrios de menores facilidades económicas,
cuyo epicentro de diversión se encuentra ubicado en los colmadones,
calles y algunos drinks.
Ningún
salsero dominicano, ni de antes ni de ahora, ha logrado calar dentro de
la clase media del país, los pocos que han podido presentarse más allá
de la Venezuela, han tenido que compartir tarima con otros ritmos y/o
figuras de alto relieve.
Hoy
día, con el gran número de estaciones de radio, programas salseros,
asociaciones de Dj, de piratas disfrazados de variados, etc., resulta
imposible que la inversión en promoción para la salsa en el país, sea
recuperable, sobre todo frente a la problemática de que los salseros se
ven obligados a tocar con unos márgenes de beneficios que apenas les
alcanzan para cubrir la nomina del grupo.
Frente
a esta terrible realidad, es donde entra el famoso cliché “El país es
una Plaza de Imagen”, una mentira piadosa, considerando que no existe
espejo alguno con capacidad económica que pueda sostener esa imagen,
nadie puede desangrarse en el país con la esperanza de que tocando cada
tres meses en los mismos negocios de Manhattan y el Bronx, va a
recuperar su inversión.
Con
frecuencia vemos a artistas locales e internacionales incursionando en
diferentes ritmos musicales, como manera de sustentar su vigencia a
través de diferentes vías, por aquello de que con la exclusividad
musical se corre el riesgo de desaparecer.
En
nuestra opinión, quienes tengan calidad y capacidad interpretativa para
visualizarse como artistas, están en la obligación de diversificarse,
sin el temor de que estarían abandonando su origen musical al
incursionar en otros ritmos, por el contrario incrementaría sus niveles
de aceptación y a su vez, la posibilidad de mayor rentabilidad
económica.