New York.- (Diario La Prensa)
El restaurante Margot cerró el pasado 3 de enero.
Margot Santana no se le adivinan los 85 años que tiene por más que ella describe una vida de intenso trabajo
que podría haber envejecido prematuramente a cualquiera.
Pese a los
esfuerzos de toda una vida, y a los reveses, Margot, que es como todo el
mundo conoce a esta dominicana residente en Washington Heights, parece estar llena de energía. No obstante, sus amigos dicen que está triste.
Desde hace unas semanas se encuentra recluida en su casa de la que se
mueve poco. Fue allí donde recibió a El Diario porque ya no trabaja en
el restaurante que llevaba su nombre en el 3822 de Broadway. Una institución en el vecindario.
El 3 de enero tuvo que cerrar porque fue el plazo que le dio el casero a este célebre establecimiento de comida dominicana. El
cierre estaba más que anticipado porque en agosto recibieron la primera
carta conminándoles a salir en 30 días. Al final el proceso se dilató
porque se trató de negociar con el propietario del local y se evitó ir a la corte, pero el fin fue inevitable.
En la última década y media Margot no ha tenido contrato. Iba mes a mes pagando al casero que ahora es una empresa inversora.
Y su situación no es inusual. “Muchos de los negocios de esta zona están en la misma situación. Pocos tienen contratos de arrendamiento porque los caseros no los quieren hacer para poder disponer de los locales mejor”, explica la también dominicana Ingrid Amparo, organizadora comunitaria del vecindario. Amparo perdió su floristería en similares circunstancias hace años.
Es algo que corrobora el gallego Ángel Barreiro , quien lleva administrando desde hace 33 años la carnicería La Blanda, en Broadway entre las calles 159 y 160. “Hace más de 15 años que no tenemos contrato de arrendamiento y pese a los letreros de los locales vacíos nadie está alquilando y menos a los precios que son asequible en esta zona”. El comerciante agregó que “no podemos pagar precios altísimos porque entonces voy a tener que subir el precio de la carne y la gente de este barrio no puede asumir muchas subidas”.
Barreiro dice que en el nuevo contrato está pagando el agua que ya
tenía incluida en la renta, y son unas cantidades que a él le cuesta
entender cómo pueden ser tan altas porque no detallan el precio del
galón.
Este carnicero admite que necesitaría haber renovado la tienda
pero sin contrato no se ha atrevido porque en cualquier momento,
después de haber invertido dinero le podrían echar, como están haciendo
ahora.
La Blanda cerrará a finales de este mes.
Barreiro lamenta ver los anaqueles vacíos. “Traigo la carne que se que
se va a vender porque conozco a mis clientes desde hace años y se lo que
se vende pero no puedo hacer stock en nada más”.
Barreiro dice que hace años cuando las cosas estaban mal ellos
estaban allí y siempre han sido buenos arrendatarios. “Ahora están
deshaciendo el barrio en dos días”, se lamenta.
En eso coincide con Luis Tejada, fundador de la organización comunitaria Mirabal Sisters.
Tejada dice mientras pasea por esta zona de Broadway, donde se observan puertas cerradas y locales vacíos, que es como si cada día “asistiera a un funeral”.
Dice creer que en 2016 veran esta zona completamente cambiad,a mientras
señala nuevos bares y restaurantes donde antes había salones de
belleza, ferreterías y bodegas. “Estos son el tipo de local que se ven 90 calles al sur y la mayoría de la gente que los frecuenta no son del barrio”.
“El problema no son los caseros sino que no hay una ley para que haya una relación comercial justa“, argumenta Tejada. “Es lo mismo que con la vivienda asequible,
la ley protege de subidas indiscriminadas pero a los negocios que
generan empleo no. La falta de alquileres o la seguridad de que se van a
renovar los contratos impide la inversión”, afirma, y agrega que “se
está degradando las condiciones del pequeño negocio que atiende a nuestra comunidad”.
Barreiro lo tiene claro. “Tendría que haber un control de rentas”.
Esa es una solución que no tiene abiertas las puertas en Nueva York.
Proponen soluciones
La concejal Anabel Palma volvió a proponer hace meses que se discutiera la Small Business Jobs Survival Act (SBJSA) que data de mediados de los ochenta pero aunque tiene 27 sponsors aún no tiene cabida en la agenda de discusiones del Concejo.
Kirsten Theodos, de Take Back New York, una organización que está defendiendo esta ley, afirma que desde 1945 a 1963 hubo una ley de control de rentas. “No es nada nuevo en la ciudad, ni revolucionario”, afirma.
Con la SBJSA los arrendatarios tendrían un alquiler de 10 años como mínimo
para planificar sus negocios, mediación y en su caso arbitrio para
zanjar el contrato además de restricciones para que no sean los
arrendatarios los que hagan frente a los impuestos de propiedad.
Theodos se queja de que los políticos dicen que hay problemas legales
con esta propuesta pero no detallan cuáles son, simplemente no los
discuten cuando podría hablarse y hacer ajustes.
Alexandra Carter, abogada y directora del centro de mediación de la Universidad de Columbia,
dice alabar la idea de la mediación porque obliga a las partes a
sentarse a negociar pero tiene problemas con el mandato de renovación de
10 años. “Puede ser inconstitucional al interferir con el derecho de
las partes a negociar”.
Carter también cree que la forma en la que las provisiones del
arbitrio están dispuestas presentan problemas porque la mediación no es
vinculante pero el arbitrio si. No obstante, en la SBJSA no lo es para
el arrendatario en todas las circunstancias ya que puede rechazar el
aumento de la renta y obligar a uno no mayor del 10% del cobrado en los
últimos 12 meses. Además si hay otro interesado en alquilar el casero
debe dar el derecho de aceptar las condiciones del tercero al ocupante
en ese momento.
Gale Brewer, presidenta del condado de Manhattan, tiene otra
propuesta. Brewer lleva años defendiendo la zonificación para evitar que
grandes comercios o cadenas o bancos tomen los espacios de los pequeños
negocios y pudo poner en marcha una zonificación con éxito en el Upper
West Side. “Zonificar no es la única solución pero funciona”, explica
cuando se le comentan las críticas de quienes dicen que ya es muy tarde
para ello.
Brewer está de acuerdo en establecer la mediación obligatoria pero el
máximo que puede extenderse un contrato en caso de no acuerdo es de un
año. Es algo en lo que tiene en contra a todos los que defienden la
SBJSA
Esta política recuerda que lleva años defendiendo a los pequeños
negocios porque cree que la situación es “terrible” además Manhattan es
el epicentro de los mayores cambios pero no está siendo fácil y no cree
que la SBJSA tenga posibilidades de salir adelante.
“Se lleva hablando de esto desde los ochenta y no ha pasado nada pero
tenemos que hacer algo porque si no los negocios pequeños van a
desaparecer”. Brewer dice que ve problemas legales con esta propuesta.
“¿Pero se pueden arreglar?”. Para esa pregunta dice que desconoce la
respuesta “pero lo que sí que sé es que tenemos que tener una audiencia
cuanto antes para hablar de estos temas, de esta propuesta, de la
nuestra, del problema en general. No sé porque no hay una audiencia
porque no estoy en el concejo”, dice. “No podemos esperar a tener esta
discusión 20 años más”.
Según Brewer la presidenta del concejo, Melissa Mark Viverito, no
está hablando de estas cuestiones aunque siempre que tiene oportunidad
le presenta la cuestión al alcalde, Bill de Blasio. Una portavoz de Mark
Viverito dijo ayer que la propuesta “está en el proceso legislativo
regular y el siguiente paso será tener audiencias”. A cierre de este
edición no se dieron detalles de cuándo está prevista que sea.
Desde City Hall el pasado viernes el subsecretario de prensa dijo que
la administración “reconoce los crecientes desafíos de los pequeños
negocios para encontrar espacios que sean asequibles, pero no ha apoyado
el control de rentas comerciales. Estamos trabajando para rebajar los
costos de los pequeños negocios de otras maneras como la reducción de
multas y la expansión de programas de ayuda gratis como servicios
legales pro bono para ayudar a negociar y revisar alquileres, cursos y
acceso a capital”. En City Hall se especifica que cuando se habla de
control de rentas comerciales se refieren al SBJSA.
Mientras tanto, en el alto Manhattan, muchos están contando los días
que les quedan en sus locales. Juan Berges (conocido como TIto) tiene
que desalojar la agencia de viajes y remesadora que abrió en 2003. Ahora
va a compartir un local por el mismo precio que pagaba por el que ya
tenía sólo. Tito dice que en las próximas elecciones va a tener esto en
cuenta. “Tengo que ver qué hacen los políticos por nosotros”.