El candidato republicano tendrá el lunes su última oportunidad para superar su exabrupto sobre Libia y criticar a la gestión de Obama ante millones de televidentes. Los analistas son escépticos sobre el interés que los asuntos internacionales despiertan en los electores
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Dado que el debate de esta semana en Boca Ratón,
Florida, se producirá apenas 15 días antes de las elecciones y estará
dedicado enteramente a política exterior, podría ser el duelo más
riesgoso para Mitt Romney, mayormente por su propia inexperiencia y sus recientes errores sobre esa temática.
El paso en falso que dio al criticar el manejo del ataque del 11 de septiembre a la embajada estadounidense en Bengasi - centro de un agresivo intercambio verbal en el segundo debate- complicó su estrategia de intentar dejar al presidente como un débil representante de los Estados Unidos en el exterior.
Despojado de una de sus líneas de ataque más potentes, se espera que Romney se centre más en su crítica a las políticas de Barack Obama sobre Irán, Siria, China, Afganistán y Rusia.
"El presidente tiene antecedentes y Romney no, así que él puede elegir libremente sus argumentos",
dijo Jon Alterman, ex funcionario del Departamento de Estado que ahora
trabaja en el Centro de Estudios y Estrategia Internacional en
Washington. "Pero eso no significa que algunos de esos temas vayan a
funcionar", sostuvo.
Los asesores republicanos esperan que reducir la credibilidad de Obama en política exterior y seguridad interna -áreas en donde la Casa Blanca alguna vez pareció inmune a una crítica republicana- pueda ayudarles a atraer a los votantes indecisos en las últimas semanas de la campaña electoral.
Las políticas de Obama han sufrido reveses recientemente, desde desafíos a los intereses en Medio Oriente a una serie de ataques contra las fuerzas de la OTAN en Afganistán por parte de soldados afganos.
Los reportes de que el Gobierno estadounidense acordó en principio negociar con Irán directamente
sobre el programa nuclear de la República Islámica podrían brindar una
nueva oportunidad para que Romney describa al mandatario como demasiado dispuesto a ceder en las disputas.
Aún queda por ver cuánto interés generará el asunto entre los votantes, cuyas mayores preocupaciones están focalizadas por lejos en la economía y el empleo.
El problema para Romney es que al destacar los puntos endebles de
Obama, él también expondrá sus propias debilidades. Como ex gobernador
de Massachusetts y ex empresario, está fuera de su zona de comodidad cuando no habla de asuntos domésticos y de economía.