Por José Francisco Arias
Joseph Cáceres es, históricamente, el cronista de espectáculos de mayor presencia y permanencia en los medios de comunicación nuestros. No hay otro, en todo el discurrir de la crónica de espectáculos de República Dominicana, con una trayectoria tan extensa e influyente en su medio.
Es un comunicador con formación, de larga data, que su vida profesional toda la ha entregado a esa especialización del periodismo, y nunca se ha interesado por incursionar en otra área periodística, por lo menos que sepamos; lo de él ha sido, es y seguirá siendo, un ejercicio dedicado a informar, comentar y analizar todo lo concernietne al arte popular... Más...
Así, en su extensa trayectoria, ha dado segumiento a generaciones de artistas. Su columna Arte Nacional, siempre por El Nacional de Ahora, ha sido referente histórico también dentro de la crónica especializada. Dirigió la revista semanal de farándula más exitosa de las que han editado nuestros periódicos, Galería, que se editaba los domingos en el referido periódico.
Produjo y dirigió el programa Arte Nacional en Radio, un verdadero poder en su tiempo, de audiencia obligada para todos los interesados en el quehacer artístico doméstico, y espacios de televisión como Merengala.
Por su nivel de gravitación como profesional de la crónica de espectáculos y por el reconocimiento que tiene entre sus colegas (independientemente de las diferencias que se pudieran tener con él) Cáceres llegó a ser presidente de Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte) en tres oportunidades.
Ha sido un hombre controversial, agresivo en el debate, de conflictos públicos con artistas, empresarios del negocio del espectáculo, y hasta con colegas. Es parte de su espíritu profesional, de su natutraleza como comunicador. Hasta el autor de este artículo llegó a tener confrontaciones públicas con Cáceres...
Pero, quiérase que no, Joseph es un ícono del periodismo del espectáuclo dominicano, un símbolo incomparable en su medio, por lo que resulta insólito que la entidad que agrupa a los cronistas de espectáculos, a su ente más representativo, pretenda avasllarlo, sancionaándolo con 2 años de suspensión como miembro. No soy dado a husmear por los ámbitos militares, pero desde esos predios dicen que "los rangos se respetan".
En el caso de Joseph el periodismo artístico tiene una trayectoria, un aporte y una influencia que bien debieran considerarse al momento de tomar una decisión como la que han tomado el Comité Ejecutivo y el Comité de Disciplina de Acroarte, que, por demás, transgrede figuras constitucionales concernientes a la libre expresión del pensamiento y otras de orden institucional.
No sólo estamos en desacuerdo con la suspensión de Cáceres; también lo estamos con la suspensión de Robert Sánchez y las expulsiones de Joseph Tavárez, Aridio Castillo y Juan Carlos Jiménez.
Una entidad como Acroarte, que se supone promueve el libre juego de las ideas, la libre expresión del pensamiento, y rechaza la censura, no debe avazallar implacablemente a cinco de sus miembros, de un zarpazo, por pronunciamientos que hayan hecho sobre el tema que fuere.
En esto parece que existe un componente personal, más que de cualquier otra índole. Pero si algún directivo de Acroarte se sintió ofendido, difamado o injuriado por opiniones vertidas por cualesquiera de los sancionados y expulsados, preferible era que los sometieran a la justicia y que el asunto se dilucidara en los tribunales.
Joseph Cáceres es, históricamente, el cronista de espectáculos de mayor presencia y permanencia en los medios de comunicación nuestros. No hay otro, en todo el discurrir de la crónica de espectáculos de República Dominicana, con una trayectoria tan extensa e influyente en su medio.
Es un comunicador con formación, de larga data, que su vida profesional toda la ha entregado a esa especialización del periodismo, y nunca se ha interesado por incursionar en otra área periodística, por lo menos que sepamos; lo de él ha sido, es y seguirá siendo, un ejercicio dedicado a informar, comentar y analizar todo lo concernietne al arte popular... Más...
Así, en su extensa trayectoria, ha dado segumiento a generaciones de artistas. Su columna Arte Nacional, siempre por El Nacional de Ahora, ha sido referente histórico también dentro de la crónica especializada. Dirigió la revista semanal de farándula más exitosa de las que han editado nuestros periódicos, Galería, que se editaba los domingos en el referido periódico.
Produjo y dirigió el programa Arte Nacional en Radio, un verdadero poder en su tiempo, de audiencia obligada para todos los interesados en el quehacer artístico doméstico, y espacios de televisión como Merengala.
Por su nivel de gravitación como profesional de la crónica de espectáculos y por el reconocimiento que tiene entre sus colegas (independientemente de las diferencias que se pudieran tener con él) Cáceres llegó a ser presidente de Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte) en tres oportunidades.
Ha sido un hombre controversial, agresivo en el debate, de conflictos públicos con artistas, empresarios del negocio del espectáculo, y hasta con colegas. Es parte de su espíritu profesional, de su natutraleza como comunicador. Hasta el autor de este artículo llegó a tener confrontaciones públicas con Cáceres...
Pero, quiérase que no, Joseph es un ícono del periodismo del espectáuclo dominicano, un símbolo incomparable en su medio, por lo que resulta insólito que la entidad que agrupa a los cronistas de espectáculos, a su ente más representativo, pretenda avasllarlo, sancionaándolo con 2 años de suspensión como miembro. No soy dado a husmear por los ámbitos militares, pero desde esos predios dicen que "los rangos se respetan".
En el caso de Joseph el periodismo artístico tiene una trayectoria, un aporte y una influencia que bien debieran considerarse al momento de tomar una decisión como la que han tomado el Comité Ejecutivo y el Comité de Disciplina de Acroarte, que, por demás, transgrede figuras constitucionales concernientes a la libre expresión del pensamiento y otras de orden institucional.
No sólo estamos en desacuerdo con la suspensión de Cáceres; también lo estamos con la suspensión de Robert Sánchez y las expulsiones de Joseph Tavárez, Aridio Castillo y Juan Carlos Jiménez.
Una entidad como Acroarte, que se supone promueve el libre juego de las ideas, la libre expresión del pensamiento, y rechaza la censura, no debe avazallar implacablemente a cinco de sus miembros, de un zarpazo, por pronunciamientos que hayan hecho sobre el tema que fuere.
En esto parece que existe un componente personal, más que de cualquier otra índole. Pero si algún directivo de Acroarte se sintió ofendido, difamado o injuriado por opiniones vertidas por cualesquiera de los sancionados y expulsados, preferible era que los sometieran a la justicia y que el asunto se dilucidara en los tribunales.