"Más de media hora de espera, pero ha merecido la pena", comentan a Efe Alina e Igor tras abandonar uno de los pocos establecimientos de McDonald's que aún funcionan en la capital rusa y que bajarán la persiana de un día para otro debido a las sanciones occidentales contra este país por la campaña militar en Ucrania.
En la cola para comprar en el "último McDonald's", como lo ha bautizado un grupo de jóvenes que espera su turno, hay decenas de personas.
La mayoría de los congregados cerca del popular local, ubicado en el territorio de una estación de trenes capitalina, son adolescentes o padres con hijos, pero también hay parejas adultas.
Tatiana y Maxim tienen alrededor de cincuenta años y confiesan que McDonald's es uno de sus lugares favoritos.
"Últimamente no veníamos mucho, no como hace 20-30 años, cuando éramos unos chavales, pero ahora que cierran había que despedirse", dice Tatiana.