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viernes, 7 de febrero de 2020

El legado en la filmografía que Kirk Douglas dejó en Hollywood

Kirk Douglas, que murió este miércoles a los 103 años, ha sido una fuerza de la naturaleza, un actor de energía desbordada y un físico espectacular.

De hecho, la primera imagen que evocaba oír su nombre era la del esclavo sobrehumano “Spartacus”. Fue “el hombre duro”, que, curiosamente, se midió más veces en el cine con parejas masculinas que con femeninas.
Su implicación emocional con los atormentados e impulsivos personajes a los que dio vida le labraron a Douglas su fama de “duro”; es histórico su enfrentamiento (casi siempre, muerto de celos) con Burt Lancaster, con quien rodó siete cintas, las más memorables “Seven Days in May” (Siete días de mayo, 1964) y “Gunfight at the O.K. Corral” (Duelo de titanes, 1957).
Douglas, que reconocía ese complejo, escribió en su web tras la penúltima película rodada con el acróbata: «Por fin me he librado de Burt Lancaster. Mi suerte ha cambiado para mejor. Ahora trabajo con chicas guapas».


Entre la primera, “I Walk Alone” (1948), y la última, “Tough Guys” (Dos tipos duros, 1986) que rodaron juntos, ambos actores ensayaron una amistad, a decir de quienes les rodeaban, fingida, que sin embargo contribuyó a reforzar el mito.
A partir de “Gunfight at the O.K. Corral” (Duelo de titanes), un western en el que Lancaster era Wyatt Earp y Douglas, Doc Holliday, el mujeriego, viril y arrogante Issur Danielovitch Demsky, hijo de inmigrantes judíos analfabetos (Douglas eligió este apellido artístico por su adorado Douglas Fairbanks), el actor comenzó a coleccionar “duelos” cinematográficos masculinos que ya han quedado para la historia.
El siguiente fue con Anthony Quinn en “Lust for Life” (“El loco del pelo rojo”); con Tony Curtis se midió en “The Vikings” (Los vikingos, 1958) y en 1959 hizo “The Devil’s Disciple” (El discípulo del diablo), donde volvía a coincidir con Lancaster, aunque la escena más recordada es precisamente el juicio en el que Douglas se enfrenta, en un diálogo lleno de cinismo, a sir Laurence Olivier.
Al año siguiente, Douglas se emparejó con Kim Novak en “Strangers When We Meet” (Vecinos y amantes), pero solo fue un respiro para su “duelo” definitivo, el más sólido, coral: el que marcaría el resto de su vida y su carrera.
En 1960, Douglas se convirtió en productor, actor y casi en director de “Spartacus”, una película que comenzó a rodar Anthony Mann, pero que pasó a manos de Stanley Kubrick, ante las presiones del “jefe”.

Kubrick, por entonces un joven treintañero, vio cómo el poderío de Douglas daba al traste con sus ambiciones cinematográficas: «Yo era el director -dijo, sobre el rodaje de «Espartaco»-, pero mi voz sólo era una de las que escuchaba Kirk».


La película, que tuvo un presupuesto colosal (doce millones de dólares, equivalente a una producción actual de más de cien) era, aparentemente, un filme histórico, pero su mensaje progresista, que enfatizaba la sublevación del gladiador contra la Roma del año 73 a.C., hizo que Hollywood le mirase de otra manera.

De hecho, Douglas basó la cinta en una novela de un escritor comunista cuya adaptación corrió a cargo de Dalton Trumbo, una de las principales víctimas de la caza de brujas.

Pero lo más notable fue la elección del reparto. “Era una película hermosa. Además de a mí, la historia atrajo a Laurence Olivier, Charles Laughton, Peter Ustinov, Jean Simmons y Tony Curtis. Había una escena maravillosa con Laurence y Tony en la piscina, pero había un trasfondo de homosexualidad y no permitieron que la escena se exhibiera”, recordaba Douglas en su web.

Y siguió “Lonely Are The Brave” (Los valientes andan solos, 1962), el filme en el que años más tarde se inspiraría la película “First Blood”, es decir, el personaje de Rambo.

El duelo, en este caso, era prácticamente consigo mismo, aunque tiene escenas memorables con el sheriff Walter Matthaw y con su amigo encarcelado Michael Kane.

Con John Wayne rodó “In Harm’s Way” (Primera victoria, 1965); la bélica “Cast a Giant Shadow” (La sombra de un gigante, 1966), donde también coincidió con Frank Sinatra, y el western “The War Wagon” (Lucha de gigantes, 1967).


En “Paris brûke-t-il?” (¿Arde París?, 1967), la histórica cinta sobre la ocupación alemana de la capital francesa en 1944 sobre la novela de Larry Collins y Dominique Lapierre, que fue adaptada por los guionistas Francis Ford Coppola y Gore Vidal, Douglas mantiene el tipo frente a Orson Welles, Jean Paul Belmondo y Charles Boyer.

Ese mismo año rodó con Robert Mitchum y Richard Widmark “The Way West” (El camino del oeste), y, en 1970, “There was a Crooked Man” (El día de los tramposos), el único western dirigido por Joseph L. Mankiewicz, con el “malote” Douglas midiéndose al “modosito” Henry Fonda.

Después fueron Yul Brynner, “The Light at the Edge of the World” (El faro del fin del mundo, 1971); Johnny Cash, “A Gunflight” (El gran duelo, 1971); Giuliano Gemma “Un uomo da rispettare” (Un hombre para respeta, 1972) John Cassavetes “The Fury” (La furia, 1978) y rozando los 80 (en este caso, una pareja para olvidar), con Arnold Schwarzenegger “The Villain” (Cactus Jack – El villano).