Un insólito “quille” de los que no salieron en la ruleta
El lanzamiento de la producción Golden de Romeo Santos con una gran fiesta en el piso 102 del 102 del One World Observatory del One Gorld Trade en Manhattan fue
un acto tan exclusivo, que muy poca de la farándula dominicana de
Nueva York se pudo ver en el mismo, a no ser algunos de La Mega y de la
cadena Univisión, lo que provocó el "berrinche" de alguna gente que no
pudo accesar, ni siquiera de paracaidas, dado el rigor de un estricto
listado de invitados que había en el lobby del edificio, la
fiscalización de ID, y todas las medidas de seguridad que se adoptaron.
Entre
ellas, que para accesar al piso 102 había que pasar por un chequeo con
escaneo de objetos, celulares, ropa, zapatos y correa, que había que
poner en una bandeja que pasaba por una correa que llevaba a una máquina
de rayos X, luego tenía uno que pasar por una puerta escaneadora, todo
igual a como se hace en los aeropuertos.
Subir
por el ascensor era todo un espectáculo, pues las paredes del mismo
eran pantallas completas LED, donde se proyectaba el videoclip de Romeo,
mientras se iba subiendo.
De la poca gente conocida estaba Gelena Solano, del Gordo y la Flaca, Darling Portes, Arturo Sosa, director de la Mega.
Los
periodistas de República Dominicana que viajaron a Nueva York a
participar del lanzamiento hicimos nuestro grupo, pues había mucha
gente desconocida, desde diferentes Estados, que no eran del ambiente de
Nueva York.
Por
cierto, en el grupo se comentó el asunto de que hubo cronistas de arte
en República Dominicana que se dedicaron a lanzar ataques en las redes
sociales contra Romeo, su manager Amelfis Díaz, porque no fueron
invitados a la actividad.
Se dijo que hasta criticaron a los periodistas invitados, argumentando que "por qué a unos si y a otros no".
Se
consideró algo insólito, que se llegue a ese nivel de exigencia, cuando
cada quien está en su derecho a invitar a sus actividades, al igual
que a su casa, a quien quiera y desee.
Siendo
indulgente con ellos se consideró como una muestra de inmadurez,
aunque muy penosa, pues habla claro de los criterios con que se manejan
en el medio, faltándole el respeto a periodistas consagrados, de
acreditada labor y trayectoria.