Por Carlos de San Juan
La cosa pinta color de hormiga para ciertas chicas del medio las cuales se dedican al noble oficio de planchar sabanas con las espaldas.
La clientela ha ido disminuyendo de manera vertiginosa, cosa que ha espantado a muchas las cuales han visto írsele de las manos la buena vida que llevan.
Uno de los factores que ha contribuido con esto es que los que pueden pagar su precio muchos no repiten, otros buscan a las que llegan nuevas, dejando a las más veteranas en desventaja.
Una de la vieja guardia la cual cobraba doscientos mil pesos, hoy no le dan esa cantidad apenas cincuenta, esto es a regañadientes.
Además es que han sido de muchos, recuerden que vivimos en una isla, donde todos nos conocemos, en la que muchos hombres cuentan donde quiera lo que hicieron con estas, cual trofeo ganado.
En New York ya son fichas conocidas, una que otra se da su vueltecita pero no todas tienen la suerte de venir cargadas de dólares.
Cifran sus esperanza en el venidero torneo invernal de beisbol, donde mucho peloteros todavía están en disposición de salir con alguna de ellas, cosa que para ellos es mucho.
Una cosa que le salvaría la campana seria un cambio de gobierno, pues los nuevos funcionarios les gustarían darse un acoston con ellas, para demostrar su poder.
De seguir como va la cosa tendrán que conseguirse un trabajo extra quizás en una oficina, porque el horno no está para galletitas, ellas lo saben.
La cosa pinta color de hormiga para ciertas chicas del medio las cuales se dedican al noble oficio de planchar sabanas con las espaldas.
La clientela ha ido disminuyendo de manera vertiginosa, cosa que ha espantado a muchas las cuales han visto írsele de las manos la buena vida que llevan.
Uno de los factores que ha contribuido con esto es que los que pueden pagar su precio muchos no repiten, otros buscan a las que llegan nuevas, dejando a las más veteranas en desventaja.
Una de la vieja guardia la cual cobraba doscientos mil pesos, hoy no le dan esa cantidad apenas cincuenta, esto es a regañadientes.
Además es que han sido de muchos, recuerden que vivimos en una isla, donde todos nos conocemos, en la que muchos hombres cuentan donde quiera lo que hicieron con estas, cual trofeo ganado.
En New York ya son fichas conocidas, una que otra se da su vueltecita pero no todas tienen la suerte de venir cargadas de dólares.
Cifran sus esperanza en el venidero torneo invernal de beisbol, donde mucho peloteros todavía están en disposición de salir con alguna de ellas, cosa que para ellos es mucho.
Una cosa que le salvaría la campana seria un cambio de gobierno, pues los nuevos funcionarios les gustarían darse un acoston con ellas, para demostrar su poder.
De seguir como va la cosa tendrán que conseguirse un trabajo extra quizás en una oficina, porque el horno no está para galletitas, ellas lo saben.