Fuente acento.com.do
Las palabras de indignación de César Suárez fueron aplaudidas por el
público y las de Niní, no tanto. Incluso se escucharon abucheos,
entendibles si provienen de un público que le compró boletas a Suárez y
que estaba disgustado por las dos inoportunas goteras que siguieron
cayendo en el centro del escenario como si fuera la habitación de una
familia pobrecita.....
SANTO DOMINGO, República Dominicana (José Rafael Sosa/Especial para Acento.com.do).-
Dos
persistentes goteras justo en el centro delantero del escenario de la
sala principal, la Carlos Piantini, del Teatro Nacional, (llamado
técnicamente proscenio) cargaron de agua esa vital la zona de
actuación y obligaron a colocar unos plásticos azules sobre otro rojo,
generando una confrontación personal entre el empresario César Suárez y
Niní Cáffaro, director de la institución. Era la primera vez que el
público se hacía testigo de un “mach” verbalmente pugilístico antes de
una presentación internacional de este nivel.
Antes de iniciar la función, César Suárez salió a pedir excusas por
la “escenografía sub-real” en el centro del escenario (refiriéndose a
los cuatro grandes pliegos impermeables que trataban de evitar que el
agua inundara todo el escenario) y responsabilizando a la dirección
artística del Teatro Nacional de la situación.
Hablando ante el público que pagó una boleta de tres mil pesos para
disfrutar del Ballet Nacional de Praga, llamó la atención del Ministro
de Cultura sobre el descuido y el desorden que considera impera allí y
que ha llegado a manifestarse de esta forma, al punto de hacer peligrar
un elenco internacional en escena.
Las palabras de indignación de César Suárez fueron aplaudidas por el público y las de Niní, no tanto. Incluso se escucharon abucheos, entendibles si provienen de un público que le compró boletas a Suárez y que estaba disgustado por las dos inoportunas goteras que siguieron cayendo en el centro del escenario como si fuera la habitación de una familia pobrecita
Suárez dijo que tuvo que llamar al Teatro Nacional de Praga, en
República Checa, para que autorizaran a los bailarines a desarrollar la
función, pese al peligro que constituye el agua en escenario para
quienes danzan.
Ninì Cáffaro, director artístico del Teatro Nacional, respondió casi
de inmediato a Suárez en una intervención de cara al público desde su
palco, rechazando la responsabilidad por el hecho e indicando que ese
defecto está contemplado en una remodelación ya aprobada y que está en
camino. Refirió que el Teatro demanda una reparación general que él ha
pedido y que se ha aprobado por parte de Cultura.
Las palabras de indignación de César Suárez fueron aplaudidas por el
público y las de Niní, no tanto. Incluso se escucharon abucheos,
entendibles si provienen de un público que le compró boletas a Suárez y
que estaba disgustado por las dos inoportunas goteras que siguieron
cayendo en el centro del escenario como si fuera la habitación de una
familia pobrecita.