E-mail: chiconino@msn.com
Carteret, New Jersey. Habiendo escrito y recorridoLa Vega de Rabo’e Chivo a Mono Moja’o y del Tripero a La Cigua, sólo me resta este homenaje- póstumo en la mayoría de los casos- para aquellos a quienes no sólo llamábamos vecinos, sinó más bien tratábamos como hermanos.
Sin
otra cosa que no sea por motivos sentimentales que no desvanecen,
recordando aquellos que nos vieron nacer y de igual manera con quienes
nuestra adolescencia pudimos compartir, es que cerramos con broche de
oro nuestra serie veganesca.
Con el deseo, interés y relativa
capacidad física y mental, para colaborar con ciertos detalles de la
vida y peculiaridades del barrio, quedemos muy pocos. Ellos son: mis
hermanas Gertrudis Jorge Durán, Daisy Jorge, Mercedes Gómez Javier,
Antonio Peña, y un servidor.
Para una mejor idea, podríamos trazar
una linea imaginaria que encierre lo que llamábamos nuestro barrio, y
que comienza así: La lle Duarte desde el cementerio ,hasta la calle
Sánchez- doblando a la derecha hasta llegar al Parque Duarte. Sigiemdo
por la antígua Ave. Independencia (hoy Juan Bosch) hasta llegar a la
antigua Fortaleza- actualmente El Cuerpo de Bomberos de La Vega.
Doblando a la derecha está la calle Santomé, que a su vez empalma con la
calle principal, una vez Julia Molina, luego Comercio y hoy, Juan
Rodríguez; ésta fué el Boulevar de nuestra niñez, adolescencia, sueños e
ilusiones. Las familias existían en medio de la escasez y extrema
pobreza.
El Parquesito Hostos, nunca lo
considerámos como nuestro, ni elllos La Plazoleta como de ellos nos
dividía una cortina sentimental- ellos con su fábrica de hielo y los
shows de Sonson Lara, y nosotros con la Casa Azul y el cementerio. Nunca
tiré una pelota en su territorio y sólo me acuerdo ir cuando traían los
caballitos y otros juegos. Siempre los considerábamos a ellos más
tigueres que nosotros- eran peleadores.
A propósito del cementerio. Eran
los 12 años de Joaquin Balaguer, cuando por denuncias menores, perdía
uno la cabeza. Este cementerio tiene muchas historias, entre ellas, la
que tuvo que ver con mi Papá, mientras desempeñaba el puesto de
encargado del mismo. Personas interesadas en quitarlo del medio y el
puesto con las chiripas que podía dejar, se las arreglaron y llevaron un
chisme al Palacio, con la denuncia de que el tenía armas escondidas- a
estos chivatos que luego supimos quienes fueron, tuvieron las agallas de
poner su vida en peligro. Mi Papá era como la mayoría, antigobierno,
pero no tan “Pendejo”, como para meterse en semejante lío. ¡Una
acusación bestial, malvada y falsa¡
Se lo llevaron preso, y cuando ya se
disponían a maltratar físicamente, si no es por la intervención de Fafo
Despradel, oficial de la policía entonces y amigo de infancia, no
hubiera vivido para contarlo. Los chivatos ya no viven, y se están
achicharrando junto a Balaguer en las brazas del infierno.
La calle Duarte. Con casi 60
años fuera del país, aún puedo identificar, donde vivía la mayoría de
las familias- “ Es un video que no se daña”. En esta calle residían las
familias Jiménez, Abreu, Matos ( nuestos parientes), Lara, Mieses,
Obregón, Adames y otras.
Calle Sánchez. Familia Alvarez, Pereira, Moya.
Ave. Juan Bosch ( Antígua Independencia). Familia Sicard, Echavarría, Delgado, Espaillat, Rincón, Rosario, Lara, Sanchez.
Calle Padre Billini. Familia Batista, Fernández ( Intermezzo), Daniels, Reyes
.
Calle Juana Dolores Gómez. ( Antígua Estrelleta). Familia Perdomo, Sanabia,Gonzáles, Jiménez,Disla, Del Orbe, Lora Fernández, Mora, Espinál, Morfa, Durán.
Calle Santomé. ( Frente al hoy Cuerpo de Bomberos). Familia Persia, Saldívar ( Corneta de la Fortaleza), Sabá ( Fábrica de gófio).
Calle Juán Rodríguez. ( Primero
Comercio, luego Julia Molína).Partiéndo de la calle Sánchez, hacia el
Camú. Familia De La Mota, Dr. Castro Valentín, zapatería de José El
Chino, Matos, Sánchez. Dr. Tóbas Núñez, Hernándo, Casa Azul ( Euclídes
Batista, Guzmán, Jorge, Doña Merín (nuestra abuela) en la ayer y hoy “
Esquina Famosa” y luego la familia De Los Santos Jeréz. Más adelante
seguía la familia Gómez Javier, Andíno, esos grandes músicos de la Banda
de música, Pililín y Puchulo Gómez El almacén de de papas y cebollas de
Coché Rosario. Familia Piña, Peña y Espinal.
He aquí los nombres de aquéllos que
recuerdo – ya fallecidos: Sotoyo, Cúso,Vinício, Julíco, Omar, Darío,
Boboy, Buríto, Modesto, Luís Pijín, Babán, Tuntún, Josesíto ( boxeador),
Fello (zapatero), Moro (el pintor), Oscar (boca’e vaca),Pochón, (Poeta)
Cuquín, Sandino, Arturo, Bolo, Danilo, Eladio, Leonte, Armandíto,
Bebita y su madre Doña Lola. Mudita, Pudín, Tita, Osíris, Gloria,
Luís,Frank, Ulisito, Ruben y Julio. Doña Monga, Goyito,Políto,Ramoncito,
Coradin, Tiníta , Biénvenido. Cantalício, Pápi,Nena, su esposo Ramón
(albañil), Santo Padilla y Luis ( guitarrista ciego)- caminaba por
elmedio de la calle de prisa, sabía por la casa de quien iba pasando.Los
quridos José de Oleo y Pedro Larciér.
Empleados de La Casa Azul: Mario, Panchíto, Colás, Ribié, Méndo, Pancho, y el Viejo Lazala.
La cueva del maco. Esta es la callecita despué de la Santomé, que salía al Camú, detrás de la Fortaleza entonces.Safaraya La callecita que antes de llegar al Camú dobla a la derecha y da la vuelta y desemboca en lo que llamábamos
El Tripero. Muchos creíamos que que el nombre de Tripero era porque el matadero de Cremo quedaba en su entorno. Después de más de 60 años una colaboradora me sacó de mi error. En ésta vecindad, al igual que Cremo, habían otros decendientes directos de africanos, entre ellos Mongo (el ciego) que tocaba “Los palos”, o bongos africanos, cuando se celebraba en La Vega la fiesta de Santa Lucía.
El Tripero. Muchos creíamos que que el nombre de Tripero era porque el matadero de Cremo quedaba en su entorno. Después de más de 60 años una colaboradora me sacó de mi error. En ésta vecindad, al igual que Cremo, habían otros decendientes directos de africanos, entre ellos Mongo (el ciego) que tocaba “Los palos”, o bongos africanos, cuando se celebraba en La Vega la fiesta de Santa Lucía.
Mujeres trabajadoras y ejemplares.
Más que de hombres, esta fue una comunidad de mujeres excepcionales,
que además de valientes y luchadoras, aún así, muy sufridas. La gran
mayoría de los esposos solías ser mujeriegos e irresponsables. Si le
daban a sus esposas los cheles para los frijoles, era una lucha para que
flojaran los cuartos para el arroz y aceite. ¡ Pero…eso sí… a las 12:00
le gustaba comer caliente!Dignas de mención son las mujeres que lavaban
y planchaban como medio de subsistencia- se podían ver lavando la ropa
en el río, y luego planchaban con planchas de carbón.
Llegué a verlas -muchas de ellas ya
ancianas- con sus bateas en la cabeza, de ropa para entregar en la
ciudad. En su totalidad o la mayoría de ellas no tenían, por lo que no
usaban zapatos; fue una época de una pobreza y escasez horrible- tiempos
de la Segunda Guerra Mundial. Se usaban los saquitos de harina, que
después de sacarle las letras, se usaban para calzoncillos de hombres.
No era raro ver unos calzoncillos con: “Harina Grano de Oro” por detrás.
Casos y lamentables sucesos. Ninguna
comunidad estaba a salvo de tragedias y crímenes como aquellos
perpetrados por la dictadura - desde muy temprano, comenzó el atropello.
La primera atrocidad llenó de luto a La
Vega y en especial a la familia De Los Santos y Jeréz. Don Armando fue
asesinado y tirado hecho pedazos en la puerta de la casa. Su viuda y sus
hijos nunca pudieron superar el trauma de tan bestial y horrendo
crimen.
Más tarde el apresamiento y asesinato de
Ramón Espinal Rosario ( Van Elder), sobresaliente hombre de letras,
decidido, valiente, y sobre todas las cosas, una de las mentes mas
avanzadas de la época. Tras su desaparición quedó desamparada una
numerosa familia, de altos valores y una viuda de hierro.
Este caso, aunque no tuvo un desenlace
trágico, no dejó de tener un ingrediente de tragedia; envolvió a un
valiente y excepcional compañero de nuestros juegos e infancia, y cuyo
nombre por respeto me reservo. Ese día en la calle que sale de la Juan
Rodriguez y cruza por detrás del cementerio, este hombre, portando una
botella con gasolina, parecía trataba de echarle al camión. La botella
cogió fuego y el hombre con tal de no quemarse, la lanzó y a nuestro
amigo que en el momento pasaba, le cayó en la cabeza, quemándole la
mayor parte del rostro. En el barrio todos sufríamos su destino y
desgracia- siempre mostró un incalculable valor, y eran tiempos con la
incapacidad de los hospitales para atender estos casos. Nunca
olvidaremos su cara vendada, y el dolor que siempre sufrió callado.
“Mencionar los ya fallecidos, fué como
lámpara en mano, iluminar cada tumba, y poner de relieve, sus apenas
leíbles nombres”. ¡ Descansen en Paz compueblanos!.
Incluída está mi dirección - sus comentarios serán agradecidos.
Incluída está mi dirección - sus comentarios serán agradecidos.
E-mail: chiconino@msn.com