Por Cholo Brénes
Claro que lo vi, tuve la suerte de que al irse la luz como paso en la
mitad de la isla mi inversor funcionara bien. No pensaba escribir de
ello, porque no me gusta hacer leña del árbol caído.
René es mi amigo, la anterior entrega del Casandra a la vez la mutual
junto a Roy Tavaré hicieron una presentación con altos vuelos
internacionales. En el de hoy se nota la diferencia. No es lo mismo René
junto a Antonio González, este último ha trabajado fundamentalmente con
Ilegales y con grupos cristianos, no ha pasado de ese techo, aunque sus
condiciones musicales sean excelentes.
Tenemos que reconocer que nuestra premiación, el Soberano, está
dependiendo de figuras internacionales y no de nacionales. Es como si
usted fuera a comer diferentes platos a un bufete pretendiendo ingerir
cosas de difícil elaboración, si usted lo que sabe es de habichuela,
arroz y carne, salcocho, chacá y chénchen, si usted lo que conoce es eso
no invente con platos gourmets. Y es que vivimos de espalda a la
realidad.
Cuando en un país como el nuestro no le dan apertura a la música con
calidad, a los nuevos talentos, cuando la payola de los medios de
comunicación ahoga a los que teniendo calidad y talento, pero no dinero,
no suenan, ni son expuestos. Vienen a promocionar canciones recién
creadas y por ello no logran impactar. René no dirigió a Omar, Omar
dirigió a Rene y por eso el papelazo. Se me pareció mucho al guasón a
quien representó muy bien en el escenario.
Tantos manosearon la unión de Toño con sus hermanos que no lograron
el impacto deseado, fue más humo que fuego. Desperdiciando no solamente
la parte artística sino también lo más importante, la parte humana de
esa unión, pudieron hacer algo hermoso y ejemplarizador a la sociedad y a
la familia dominicana.
René sabe muy bien que no es lo mismo el tsunami de la música urbana al chubasco de la salsa de hoy.
Sin competencia no hay crecimiento. Haberle dado la producción de
cuatro Casandra consecutivos a un excelente productor fue un gravísimo
error, el que quiera entender que entienda.
Quizás a mi juicio la mejor parte que merece resaltarse fue la de la
música cristiana y era de esperarse, claro, ahí si estaba Antonio y la
unión de él y René con la presencia del Tercer Cielo, se sintió. La
colorización, los grises, la matización le subió los tonos y salvaron lo
poco agradable e interesante que había sucedido.
La entrega de “El Gran Soberano” fue muy acertada, debió haber estado
revestida de mayor solemnidad y alegría, no se trataba de cualquiera,
sino de un joven que artística y humanamente ha demostrado ser un
gigante entre todos los que allí estaban…