Hace catorce años la diva hizo revelaciones a un periodista con la condición de que no las publicase hasta su muerte. Un secreto sobre James Dean y su opinión sobre otros grandes con los que trabajó
Kevin Sessums entrevistó a Elizabeth Taylor en 1997 en Bel Air para la revista POZ, cuando ella se recuperaba de una cirugía en el cerebro. Ahora publica la parte de sus declaraciones que mantuvo en secreto por pedido de la actriz.
La idea había sido hablar con ella sobre su solidaridad con los enfermos de SIDA, pero la conversación derivó hacia otros temas y confidencias.
Recordando a Tennessee Williams, de cuyas obras teatrales protagonizó varias adaptaciones al cine, Liz dijo: "Adoré a Tenessee. Fue uno de mis mejores amigos. Era desesperantemente ingenuo, sin embargo. No tenía sentido de los negocios. Yo quise actuar como su agente cuando me dí cuenta de eso. (...) Le pregunté: '¿Alguna vez ganaste dinero con tus películas?'. No, me dijo, no había ganado nada. '¡Tennessee!', le grité".
También se habló de su partenaire en Gigante, James Dean. "Amé a Jimmy", le dijo la actriz a Sessums. "Te voy a contar algo, pero es off the record hasta mi muerte, ¿OK? Cuando Jimmy tenía 11 años y murió su madre, empezó a ser abusado por su pastor. Creo que eso lo atormentó el resto de su vida. De hecho, sé que así fue. Hablamos mucho sobre eso. Durante la filmación nos quedamos noches enteras hablando y hablando y esa fue una de las cosas que me confesó", agregó la actriz.
Según el periodista que la entrevistó, pese a su convalecencia, Liz estaba chispeante. Comentando el cambio de posición de los conservadores británicos sobre el matrimonio homosexual bromeó: "De cualquier modo, todo el mundo piensa que todos los ingleses son gays". El le preguntó si entonces ella también lo era. Y la Taylor, señalando su cabeza rapada luego de la operación, se rió: "Sí, éste es mi nuevo lesbian look".
También dijo que las películas no reflejaban su vida: "Querido, se puede ver a través del celuloide y es frágil. Nada de eso me describe a mí ni por un momento".
No escribió sus memorias, dijo entonces, porque no habría como terminarlas. "No se puede predecir el mañana. Y mi vida ha tenido tantos mañanas sorprendentes que no creo se terminen".