Notablemente molesto y cansado de dar martillazos para lograr la atención de los legisladores, el presidente de la Cámara de Diputados, Alfredo Pacheco, tuvo que terminar precipitadamente la sesión de trabajo luego de que sus colegas se mostraron ajenos a trabajar.
El enojo de Pacheco fue evolucionando, ya que mientras intentaba conocer varios proyectos, tuvo que proceder a realizar dos y hasta tres votaciones para poder continuar con la agenda.