Por Adal Mercado
Ir al supermercado para los pobres se
ha convertido en una especie de aventura cinematográfica de suspenso,
donde los precios te ponen los pelos de puntas, ya que a diario sufren
“Mutaciones” o como lo conocemos normalmente “incrementos”…y si un
artículo sube, todos son contagiados como zombis.
También se siente un
cierto ambiente de ciencia ficción ya que los artículos suben y suben y
se quedan flotando en el espacio sin que nadie pueda alcanzarlos, a lo
lejos vez unos jóvenes con pistola en manos cambiando precios y solo
escuchas el “clac, clac!!” con infinitos cartuchos de precios nuevos que
nunca acaban.
Al final de nuestra aventura caemos como
niños en una trampa mortal donde pagamos con dinero y nos devuelven con
caramelos, logrando esto un final no muy feliz.