"Vos no tenés novio, ¿verdad?", le preguntó Yoko Ono a May Pang en 1973 y enseguida le sugirió que si John Lennon la invitaba a salir, ella solo tenía que decir que sí. La pareja beat más conocida del planeta estaba pasando por una crisis, John estaba cansado de los Beatles y Yoko estaba cansada de John.
El matrimonio estuvo separado durante un año y medio, tiempo en el que la japonesa se las arregló para conformar a su esposo con la compañía de la secretaria de ambos. Tal era el poder sobre este hombre que le permitía, incluso, elegirle una amante.
Pang era descendiente de chinos, atractiva y más joven que Yoko. A Lennon le encantaba. Pero un buen día, mientras May y John convivían como pareja, Yoko llamó por teléfono y le prometió a Lennon la cura para dejar de fumar. Allá fue el músico, de vuelta detrás de su alma gemela y dejando a May Pang para siempre. Así eran ellos, tan fuerte era su amor que Lennon nombró a esa temporada como "Lost Weekend", un fin de semana perdido, lejos de los brazos de su amor, su mentora, su viuda eterna.
Yoko vivió siempre con el estigma de ser "la bruja", la culpable de separar a los Beatles, la mala de la película. Lo cierto es que más allá de esta supuesta influencia negativa, ella fue quien inspiró al Lennon pacifista, el hombre que se preocupaba por otros seres humanos, el activista. Cuando la pareja se conoció, John ya era más famoso que Jesucristo, pero el prestigio de Yoko como artista contemporánea no se quedaba atrás.
Yoko Ono nació en el seno de una familia de clase alta de Japón. Su inclinación por las artes hizo que su familia la inscribiera en una exclusiva escuela para niños talentosos, donde llegó a ser concertista. Con los años se convirtió en la primera mujer en ser aceptada en la carrera de Filosofía de la Universidad Gakushuin, una de las más exclusivas instituciones privadas de su país de origen. Después de la Segunda Guerra Mundial, su familia se mudó a Nueva York, donde Yoko estudió composición y poesía contemporánea en el Sarah Lawrence College.