Los “guardias de abril” se constituyeron en una
casta militar segregada del cuartel, odiada por el “imperialismo” y el
régimen de Balaguer, pero admirada y reconocida por la gente común del
pueblo que la asumió como un ejército heroico, de ensoñación y novelaÖ
Los “Hombres Ranas de Montes Arache” dejaron en el imaginario popular
el mito de la inmortalidad a quienes no les entraban “ni los tiros de
las ametralladoras” por muy yanquis que fueran, y sus hazañas en
aquellos “combates patrióticos” mitificaron una existencia que en lo
real se tradujo en privaciones de todo tipo, casi orillando la miseria
económica extrema.
Muchos de los combatientes constitucionalistas fueron cazados como
palomas una vez concluida la contienda bélica, sobre todo jóvenes que
“llegaron llenos de patriotismo” desde los pueblos del interior, y se
incorporaron a la lucha popular sin haber tenido jamás un arma de guerra
en sus manos.