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martes, 16 de marzo de 2021

Defunciones del comercio: Negocios que han “muerto” por Covid-19

LISTÍN DIARIO cuenta la historia de dolientes que han visto fallecer su medio de sustento y que el 19 de marzo, un año después de haberse impuesto la cuarentena, viven su duelo viendo los ‘números rojos’ de su cuenta bancaria.


Este periódico intentó sin resultados saber al menos el estimado de los negocios que no sobrevivieron a este primer año de pandemia. Lo que sí se tiene claro es que en los medios de comunicación también ha habido luto. ISTOCK

Hay muchos ne­gocios sepul­tados. Existen unos que ago­nizan y otros que aguardan en un cuarto de Cuidados Intensivos por un ventilador que les devuelva el aire de progreso. El Covid-19 es el responsable de esta rea­lidad. No solo ha llegado pa­ra contagiar a la humanidad con su inclemente carga viral. También ha venido a provo­car la muerte de algunos esta­blecimientos, lo cual ha deja­do a sus dolientes sumidos en la tristeza.

LISTÍN DIARIO ha querido ponerle rostro a esta situación, que no solo ha sepultado vidas de cientos de personas, sino que, ha enterrado a un gran número de negocios. Car­los Terrero, quien era dueño de una tienda de ropa habla de su duelo por haber tenido que enterrar su negocio. Anny Aquino y Johanny Pérez, pro­pietarias de Dresses in a Clo­set, dan cuenta del estado de gravedad en el que se encuen­tra su tienda. Una exemplea­da del gimnasio Body Health también relata su pesar.

Carlos Terrero
“He llorado, me he depri­mido y he lamentado tanto haber tenido que cerrar las puertas de mi negocio. No solo era mi fuente de traba­jo, también era la fuente de trabajo de quienes labora­ban con nosotros, incluidos mis dos hijos. Ha sido un gol­pe bajo lo que hemos sufrido por causa del Covid’19. Se ha­bla mucho, y se da a conocer todos los días el número de fa­llecidos y contagiados por es­te virus, pero nadie le presta atención a que hay estableci­mientos que también mueren por esta razón”.

Lo cuenta con evidente tris­teza, y no deja de traer a cola­ción, que hay personas que tal vez no están muriendo por el Covid, pero que si han perdido la vida por un infarto o suicidio por haberse quedado con las manos vacías después de tanto luchar para echar hacia delante un negocio. “Somos muchos los que estamos atravesando por el duelo de haber tenido que ‘en­terrar’ nuestra empresa, no im­porta lo pequeña que sea”.

Correa tenía una tienda de ropa en un barrio popular de la ciudad. Durante todos es­tos meses, que en lo que me­nos se piensa, según dice, es en comprar ropa, fue viendo desde marzo cómo su me­dio de sustento se deterio­raba “infectado” por la crisis económica provocada por el coronavirus. Primero fue a “intensivo”, luego lo “intuba­ron”, pero no valió. “Por más tratamiento que le aplica­mos a la tienda, no se salvó. Es una más de las que han muerto por Covid”, puntua­liza con gran tristeza.

“Tirarle el muerto a otro”
No se puede pasar por alto que hay quienes también han te­nido que literalmente, “tirarle su muerto a otro”. Tal es el ca­so de la propietaria de empre­sa de construcción que: “Debi­do a la situación actual, todas las actividades del sector de la construcción casi en su totali­dad estuvieron paralizadas, uso la palabra ‘casi’ porque al­gunas personas relacionadas con esta área pudieron conti­nuar laborando. Sin embargo, el sector concreto y asfalto en­tró en estado de supervivencia financiera y laboral”, cuenta una señora que prefirió man­tener su nombre reservado.

Dice que el impacto con mayor efecto fue el desem­pleo y un tema que preocupó bastante, ha sido que la ma­teria prima (cementos y vari­llas) sufrieron un incremento significativo. Los costos opera­cionales subieron mientras los ingresos no han ayudado pa­ra que las compañías puedan subsistir.

“Esas pequeñas compañías se vieron afectadas, como es el caso nuestro que tuvimos que venderla porque los números estaban casi en rojo”, lo cita y deja claro que “le tiraron el muerto a otro”.

Golpe al ‘gift shop’
En agosto pasado la Federa­ción Dominicana de Comer­ciantes (FDC) dio a conocer que más de 18,750 ‘gift shop’ (tiendas de artesanías en zo­nas turísticas) había cerrado sus puertas y otras microem­presas habían desaparecido.

LISTÍN DIARIO consultó también a la Organización Nacional de Empresas Co­merciales (ONEC), una aso­ciación sin fines de lucro, compuesta por los princi­pales comerciantes detallis­tas de República Dominica­na, que asegura que, hasta la fecha, ninguno de sus so­cios ha cerrado. Esta entidad tiene alrededor de 60 socios que permanecen activos.

De las primeras víctimas
El gimnasio Body Health fue uno de los primeros en ‘morir’ infectado por el vi­rus. ‘Falleció’ joven, pero se llevó a la tumba los grandes aportes que hizo a la pobla­ción dominicana que, en­tre sus pesas y sus máqui­nas buscaba estar en forma. Nacido en el año 1980, este establecimiento no aguan­tó el contagio de una enfer­medad que sigue ‘matando’ el comercio.

Una persona que por años trabajó en este gimnasio, y pidió no revelar su nombre, admite que lloró cuando su­po la noticia, no de que se quedaría sin trabajo, sino de que había expirado un nego­cio que era como su casa.

“Fue muy fuerte para mí y mis compañeros, y ni hablar, para los dueños, el atravesar por un duelo tan difícil. “El Co­vid también ha matado a mu­chos negocios. A nosotros nos llevó nuestro sustento y sabe­mos que hay muchos que es­tán agonizando, porque esto no lo aguanta nadie con un toque de queda que mucha gente vio­la, y un virus que parece que vi­no para quedarse”. Al emitir su opinión, dejó saber que hoy es­tá trabajando independiente, aunque sea para hacer el dinero del colegio de su hijo. La comi­da la provee su esposo.

Retroceso después del éxito
Anny Aquino y Johanny Pérez decidieron subirse en el tren del emprendimiento. Jun­tas crearon en el año 2015 la tienda Dresses in a Closet pa­ra venta y alquiler de vestidos de gala. El éxito era tal que, el proyecto que comenzó en la Zona Oriental, se expandió hasta Bella Vista. En cada su­cursal tenían dos empleadas.

Todo iba muy bien y con aspiraciones de que les fue­ra mejor. Ambas espera­ban un 2020 de avance y de progreso para fortalecer su marca. No imaginaron que la entrada del Covid-19 al país cambiaría sus expecta­tivas de éxito. Contrario a sus proyecciones, el retro­ceso se impuso. Tuvieron que volver a: “posición an­terior”. Hoy solo están en el Ensanche Ozama y con una sola empleada.

“Al mes de iniciar la pande­mia cerramos la sucursal de Bella Vista, ya que los eventos estaban totalmente prohibi­dos y no podíamos pagar dos espacios comerciales sin ge­nerar ingresos. Hemos tenido que ofrecer otros servicios y productos como vender ropa interior, pijamas, y otras pren­das de vestir a un precio bá­sicamente regalados y poner muchas ofertas en los alquile­res”, cuenta Anny Aquino un tanto decepcionada por la si­tuación.

No han recibido ningún ti­po de ayuda. “Nosotras he­mos tenido que diversificar nuestra oferta, que cambiar la característica de nuestro negocio para que no muera. Nadie nos ha extendido la mano para que no nos caiga­mos en estos momentos de tanta crisis económica”. La cita es Johanny Pérez, quien pese al “diagnóstico reserva­do” de su tienda, mantiene la esperanza de resurgir.

Otro drama
También hay marcas de renombre que han ce­rrado las puertas de al­gunas de sus sucursales, lo cual refleja una dis­minución en sus ingre­sos, y una reducción de su personal. Bondelic es una de ellas. Cerró su lo­cal en la avenida Saraso­ta y solo funciona en la del ensanche Julieta. La gente de Mitre se fue por la fusión. Decidió juntar­se con Bottega Fratelli, restaurante también de su propiedad.