La Fórmula 1 ha perdido este lunes a una de sus figuras más carismáticas de siempre y uno de sus mayores luchadores en todos los sentidos. Niki Lauda (Viena, 1949), tricampeón del mundo en 1975 y 1977 (Ferrari) y 1984 (McLaren), ha fallecido en un hospital austríaco como consecuencia de las complicaciones derivadas de las distintas intervenciones a las que había sido sometido recientemente.
En agosto pasado, se le practicó un trasplante de pulmón que le obligó a estar hospitalizado dos meses. Su delicado estado de salud empeoró como consecuencia de una gripe contraída a principios de este 2019.
Según informaciones de varios medios de comunicación austriacos, al excorredor también se le estaba practicando diálisis.
Hasta las complicaciones del año pasado, Lauda era una de los rostros habituales del paddock, siempre con su jersey y su gorra roja. Su mirada penetrante era casi más imponente que las marcas que el fuego dejó en su rostro.
La determinación que le llevó a triunfar con un volante en las manos también emergía en una conversación con él, circunstancia que le puso en algún que otro apuro. Uno de los que tocan más de cerca a quien escribe estas líneas tuvo lugar tras el Gran Premio de Alemania de 2014, cuando no tuvo reparo alguno en definir el Ferrari con el que competía Fernando Alonso como "un coche de mierda".