AGENCIAS INFORMATIVAS .-En muchos ámbitos del mundo del deporte de élite aún sigue siendo tabú el normalizar la homosexualidad y pocas son las disciplinas con más seguidores en planeta en la que se pueden encontrar deportistas que le dicen sin tapujos al mundo que tienen una relación con alguien del mismo sexo.
No solo el tabú es un problema para deportistas, también lo es para clubes e incluso periodistas. La homosexualidad sigue siendo un tema espinoso en el deporte y sigue luchando año tras año por dejar atrás un estigma que en la sociedad poco a poco se va olvidando. En este ámbito, son más las deportistas de élite las que deciden dar un paso adelante y mostrar su amor sin miedo a lo que piensen o digan lo demás, siguiendo los pasos de antecesoras como Martina Navratilova o Gro Hammerseng-Edin.
Algunos ejemplos de ello han llegado en los últimos tiempos desde Australia, país que aprobó el matrimonio homosexual hace un año. La jugadora de la AFL Moana Hope e Isabella Carlstrom son dos de las caras más reconocibles del deporte australiano que llevan años luchando por el derechos LGTB en su país.
En el pasado, han tenido que soportar como muchos periodistas deportivos se referían constantemente a ellas como "amigas" cuando ella nunca habían ocultado su relación sentimental. Lo mismo ocurre con la futbolista Chloe Logarzo y la jugadora de softbol Jasmine Peters, quienes comparten su amor en las redes sociales con sus miles de seguidores (casi 13.000 en el caso de Logarzo).
Ellas, junto a otras más, son parte de un fenómeno relativamente reciente: las deportistas de élite que están haciendo más visible la homosexualidad en el deporte, tal y como cuentan desde The Guardian. "Todavía hay muchas personas que temen que su imagen se empañe. Para mí, si esto va a empañar mi imagen, entonces no es la imagen que quiero porque no estoy diciendo la verdad", dice Logarzo.
Uno de los momentos más significativos llegó precisamente en 2017, cuando en la gala de los premios AFLW, la baloncestista (entre otras cosas) y estrella olímpica australiana Erin Phillips fue premiada y felicitada por su esposa, la jugadora de baloncesto estadounidense retirada Tracy Gahan, con un beso. Aquella imagen, bautizada como 'The Kiss' (El beso), sirvió para que Phillips, una estrella en su país, recibiese el aplauso unánime de todos sus conciudadanos y medios de comunicación. Sin embargo, la homofobia sigue ahí, incluso en otros deportistas de élite, y el debate sobre los deportistas masculinos que desean salir del armario también. Ellas recuerdan que no tienen nada que temer y que, en muchos casos, su situación es peor que la de los hombre porque su capacidad de salir adelante ante el rechazo sería menor y caerían inmediatamente en el olvido ya que los medios, con menos ojos en el deporte femenino, las apartarían de un plumazo para siempre, impidiendo avanzar sus disciplinas, e incluso dañándolas. "Siempre me refiero a Jasmine como mi novia, nunca digo que no tengo novia, aunque nunca ha sido algo que me haya sentado a contar a los medios, tampoco quiero que mi sexualidad sea un foco ni creo que siempre debamos ir de la mano en actos públicos para demostrar nada", cuenta Logarzo, que ha tenido que ver como en varios actos con alfombra roja las fotos que se han publicado de ella y Jasmine Peters han ido acompañadas de un pie de foto que decía "amigas". Ellas, por el momento, aspiran a que la homosexualidad se normalice en todos los ámbitos, especialmente en el deporte, donde la visibilidad de las competiciones femeninas es mucho menor que en las masculinas, donde esperan que ellos sigan su ejemplo sin miedo.